No perdamos de vista a Vladimir Putin
Llama la atención lo poco que se comentaron en los medios nacionales las elecciones presidenciales en Rusia, a principios de marzo pasado. La escasa cobertura sólo destacó el arrollador triunfo de Vladimir Putin, mencionando hasta el cansancio la supuesta adoración que los rusos sienten hacia él. Es cierto que arrasó. Putin obtuvo el 76% de los votos, es decir, más de 56 millones de rusos votaron por él. Lo siguió el candidato comunista Pavel Grudinin, con apenas un 15%, es decir, 8,6 millones de votantes.
Celebrando su victoria Putin dijo que esto era un reconocimiento a todo lo que ha hecho, que la gente tiene fe y esperanza en él. Lo reconocen, como le gusta decir, por ser un “salvador” en política interior, y un “guerrero” en la exterior.
¿A qué se debe este triunfo? ¿Quién es Vladimir Putin, y ¿por qué lleva 18 años gobernando como si estuviéramos en plena Rusia zarista? Nació en 1952 en una familia obrera en Leningrado, actual San Petersburgo. Después de estudiar derecho empezó a trabajar en la KGB, donde estuvo por 16 años. Cuando se derrumbó la URSS fue el propio Boris Yeltsin quien lo nombró primer ministro. De ahí en adelante nada ni nadie lo detuvo. Y tras la renuncia de Yeltsin el camino estaba más que pavimentado para que Putin se convirtiera en el líder indiscutido de Rusia. Así, llegó al poder en el 2000, con 48 años de edad. Y acaba de ser reelegido, como candidato “independiente”, por otros 6 años más. Sólo Stalin ha estado tanto tiempo en el poder.
Vladimir Putin hace lo que quiere y cómo quiere. Tras una fachada que intenta parecer democrática, gobierna a su antojo y nadie se le opone. Y sigue sosteniéndose en su eterna promesa: la de devolverle a Rusia su papel de gran potencia después de la caída de la URSS. Vaya que se ha tomado su tiempo. Dice que prefiere hacerlo así, porque la lucha debe ser “paciente y obstinada”. Hoy día, tras los bombardeos estadounidenses a Siria, habrá que ver cómo reaccionará Vladimir Putin. Porque nada lo detendrá para imponer sus intereses. El mismo dijo hace pocos días que Rusia “está condenada al éxito”. Y Siria es un objetivo primordial para Putin, en lo militar, en lo económico, en lo estratégico. Por lo mismo, no hay que estar únicamente pendiente de lo que está pasando en Washington y en Damasco. Hay que estar pendiente también del Kremlin.