¿Y el futuro cuándo?
Educación interdisciplinaria para el trabajo colaborativo y para enfrentar los grandes desafíos de la humanidad. Desarrollo de habilidades blandas fortaleciendo la formación en humanidades. Desarrollo de destrezas para el siglo XXI a través de, por ejemplo, la alfabetización digital. Incorporación de nuevas metodologías y tecnologías en el aula para mejorar el proceso de enseñanza aprendizaje. La transformación digital en el proceso educativo y en la experiencia universitaria. Gestión universitaria flexible y dinámica para un mundo cambiante con nuevos requerimientos.
Dominio del inglés y formación global para poder participar en un mundo cada vez más integrado. Desarrollo de experiencias significativas fuera del aula y fuera del currículo para una experiencia transformadora. Ciencia y conocimiento como elementos centrales en el desarrollo de los países. Conexión con la sociedad y la industria para procesos formativos y generación de conocimientos atingentes y virtuosos.
¿Qué tienen todas estas cosas en común? Simple: están total y absolutamente ausentes de la discusión nacional sobre educación superior. La Universidad del Desarrollo, junto al Instituto de Empresas de España y el Instituto Tecnológico de Monterrey de México, realizamos una nueva versión del seminario «Reinventing Higher Education, la Universidad del Futuro».
En esta oportunidad, en Monterrey México, en el contexto del «Congreso Internacional para la Innovación en Educación». Los medios nacionales e internacionales, las universidades, los colegios, los profesores, los administrativos, los directivos y los expertos, todos participaron activamente de un debate que apunta al corazón de lo que debería ser la discusión universitaria: la calidad, el proceso de aprendizaje, el impacto de las universidades en sus estudiantes y en la sociedad. Envidia es la palabra que se me viene a la cabeza cuando recuerdo el tenor de nuestra conversación en Chile. Prácticamente ninguno de estos temas aparecen en nuestro debate nacional.
Lamentablemente la agenda ha sido capturada por temas que no tienen que ver con futuro, no tienen que ver con lo esencial, no responden las grandes preguntas que se debaten hoy en el mundo. Pero aún hay esperanza. Hay algunas universidades, proyectos educativos, expertos, profesores, entre otros, que sí estamos empujando esta conversación. Tenemos que hacer más fuerza aún para que estos temas se tomen la agenda y se transformen en prioridad nacional. Cambiemos el debate, cambiemos la conversación, miremos adelante y empujemos para que nuestro sistema educativo empiece prontamente a hacerse las preguntas que muchos otros en el mundo ya se están haciendo hace un buen rato. Estamos atrasados, pero nos podemos poner al día.