Hecho en casa
El diseño de la ciudad ya no es sólo privilegio de autoridades políticas, ingenieros, urbanistas o arquitectos; ahora que las tecnologías disruptivas, economías circulares y redes sociales cuestionan y derriban los paradigmas tradicionales de la ciudad y sus servicios -léase Uber vs. Taxis-, el arte urbano cobra nuevo sentido. Esto es precisamente lo que está sucediendo con intervenciones de arte urbano como las promovidas por el “Hecho en Casa Fest 4” recientemente celebrado en Santiago.
Durante la semana pasada, lugares tan emblemáticos y públicos como Plaza Italia amanecieron intervenidos con una docena de huevos fritos gigantes realizados por Henk Hofstra, Millo pintó el que será el mural más grande de la capital, la torre Entel fue presidida por una esfinge gigante de cajas plásticas realizada por el Cornelius Brown Collective, el Paseo Bulnes se vio intervenido por un paisaje anamórfico de Edgar Müller y una aurora de luces de Janet Echelman levitaba frente al Museo de Bellas Artes.
El trabajo de estos artistas es parte de una nueva etapa en esta relación dialéctica entre arte y ciudad que iniciaron hace ya 5 años los miembros del Colectivo Bla!. Conformado por Payo Sochting, Domingo García Huidobro y Felipe Zegers, quienes con mucho esfuerzo y perseverancia, -y en esta ocasión con el apoyo de Entel-, vienen promoviendo bajo el principal festival de intervenciones urbanas de la capital. Festival que evidencia el cambio epistemológico que está ocurriendo en el mundo del arte contemporáneo, un cambio que impulsa la percepción de lo público como un campo que es hoy re-definido y desafiado por la exacerbada privatización del espacio que, al mismo tiempo, es percibido con una nueva actitud: la activa apropiación ciudadana de ese espacio. Apropiación que se observa en las movilizaciones y marchas masivas, la puesta en relevancia de espacios residuales por skaters y otras tribus urbanas, así como acciones de urbanismo táctico que reflejan de manera más optimista y alegre una nueva comprensión de la teatralidad del espacio urbano en su dimensión poética, e incluso escénica.
En este ejercicio, la atención del espectador abandona rápidamente la zona de confort de galerías y museos para enfrentar la compleja red contextual de efectos, eventos y acciones que invaden el medio ambiente construido. Ya no es el artista, la obra o el espectador, sino más bien su respuesta en la fricción diaria o, mejor dicho, en su cotidianeidad con la obra lo que se convierte en el principal evento o hecho artístico.
Si históricamente el arte urbano estaba más bien reservado al culto y a la conmemoración, actualmente ha logrado penetrar, inundar y cargar de sentido muchos lugares de lo que hoy denominamos la esfera de lo público. Una esfera que hoy presenta fisuras donde el arte y la creatividad encuentran un lugar y un sentido. Parafraseando al recién fallecido poeta y músico canadiense Leonard Cohen: “Hay una grieta en todo, así es como entra la luz”. Esas fracturas cruciales en la construcción de la ciudad son el medio en cual operan artistas como los que ha convocado el festival de Arte urbano “Hecho en Casa Fest 4”. Artistas para quienes la ciudad, con toda su caótica belleza y desafiante diversidad, presenta oportunidades de intervenir y generar la necesaria pausa, promover la contemplación, generar interpretaciones e impulsar la reflexión como un compromiso alternativo más allá de las convenciones que la planificación y la arquitectura tradicionalmente ofrecen al ciudadano.