De capitán a paje
Desde la más alta política hasta el mundo del cine y las canchas de fútbol. El llamado “Panamá papers” parece en Chile la guinda de una torta amarga que hace rato nos toca saborear. Líderes en los más diversos ámbitos de influencia y países del mundo, se ven apuntados con el dedo tras una investigación periodística que ha involucrado a medios en todo el planeta.
Probablemente ninguno de los aludidos vio venir este Black Swan. Como lo definió Nassim Taleb en su libro, es un hecho improbable, de consecuencias devastadoras y cuyas explicaciones posteriores muestran que efectivamente, por raro que fuera, era perfectamente explicable y predecible.
Los cambios sociales que venimos experimentando a nivel global han sido muy vertiginosos. No hubo, acaso, alertas suficientes para alertar a estos hombres y mujeres de éxito que parte importante de sus prácticas tan normales pasarían a constituir movidas reñidas con la ética, quizá legales, pero embarazosas a título personal, dañinas desde el punto de vista empresarial y devastadoras a nivel familiar.
¿Los chilenos aludidos? ¿La plata que tienen en estas cuentas offshore pagaron los impuestos que correspondían en Chile? Es parte de lo que en estas horas los mencionados están aclarando públicamente. De admitir fallos, estaríamos nuevamente frente a cisnes negros de quienes tienen un importante grado de poder e influencia en sus respectivos ámbitos de ejercicio.
Es que los riesgos ya no están fuera de las grandes corporaciones ni de los gobiernos. Los principales peligros están dentro y, peor aún, radicados en los propios dueños y más altos directivos de dichas organizaciones, a quienes está costando trabajo asimilar este cambio. La visión crítica, como nunca antes, debe practicarse a nivel de directorio, pero está resultando difícil encontrar en los pares una reflexión imparcial. Es precisamente el minuto donde cobran mayor sentido esos “otros” que tanto echamos de menos en la conformación de los directorios y de esos escasos cercanos capaces de decirnos la verdad – que suele ser muy distinta de aquello que queremos escuchar – aplicable también a las cúpulas responsables de dirigir un gobierno, un club deportivo, un estudio cinematográfico, una gran empresa.
Dueños de grandes negocios, líderes políticos y grandes directivos del deporte, las artes y la cultura, la decadencia se rompe convirtiendo la disciplina, humildad y coherencia en parte integral de su estrategia personal, familiar y corporativa. No basta con hacer lo ajustado a derecho.
La ética, en los negocios, lo correcto por sobre lo conveniente, es y debe ser siempre la rueda que mueva a nuestras instituciones.
