Centralizando la educación
La retórica de que la educación pública chilena ha sido dejada en manos del mercado, ha dado resultados, desconociendo el carácter estatal, pero descentralizado, de las municipalidades. Mientras la tendencia global de los países desarrollados es la descentralización administrativa de la educación, en Chile vamos en la dirección contraria. ¿Y no podía ser de otra forma? La solución propuesta por el Gobierno ignora lo decisivo que ha demostrado ser la libertad de acción en la gestión y liderazgo de los directivos para el éxito de una comunidad educativa. En efecto, para esto último contamos evidencia empírica. Por ejemplo, en Finlandia existen consejos encargados de la planificación estratégica, que enfrentan los problemas educativos, y que son los responsables de la calidad de la educación en las escuelas locales. Las autoridades locales y sus escuelas redactan sus propios planes de estudio, basándose en el brevísimo currículum nacional. Así, las necesidades locales son consideradas en estos planes de estudio. Las escuelas pueden tener sus propios perfiles como, por ejemplo, científico o de educación musical (Niemi, 2012).
La propuesta gubernamental en nuestro país no es más que un experimento centralizador que acrecentará los vicios que ya enfrenta el sistema municipal, como la burocratización y la homogeneización. Pareciera que las políticas educativas actuales, más que estar inspiradas en la búsqueda de mejoras de la calidad educacional, están concebidas desde una idea de Estado, que empodera a grupos de interés particulares, sindicatos y burócratas. No debemos olvidar nuestra diversidad territorial, donde las decisiones estratégicas de los directivos deben adecuarse a las realidades particulares del establecimiento que lideran.
Es necesario avanzar hacia una mejor comprensión de lo público, como un espacio de deliberación, que debe ser protegido de las ambiciones e intereses político-partidistas. Sin embargo, la actual reforma se ha concentrado en fortalecer la centralización y planificación del Estado central, dejando a un lado lo que realmente importa: el aprendizaje.