Lo social, lo ambiental, lo empresarial… finalmente las personas
Si bien muchas empresas han venido ya por décadas administrando su gestión con una perspectiva de su perduración de largo plazo, hoy crecientemente se escucha de la importancia de cuidar y fortalecer la sustentabilidad de sus actividades y sus efectos en el país y el planeta. Se entiende por sustentabilidad la gestión que es capaz de durar en el largo plazo, de los impactos de la actividad de las empresas y del país sobre el medio ambiente, las comunidades, y la gestión corporativa propiamente tal. Tanto a nivel conceptual como empírico, la evaluación de la sustentabilidad se hace bajo la presunción de que estos tres aspectos tienen la misma importancia.
Pero entonces, surgen las preguntas ¿Qué entiende nuestra sociedad por sustentabilidad? ¿Cómo valora nuestra sociedad que las empresas cuiden el impacto ambiental, social y corporativo de sus prácticas? ¿Los ciudadanos valoran de igual manera estas tres dimensiones de la sustentabilidad?
No nos sorprendió descubrir rápidamente que la gran mayoría de las personas no sabe qué es la sustentabilidad, y que sólo la asocian a aspectos medioambientales. Por esta razón optamos por preguntar más concretamente respecto de la valoración e importancia relativa que le otorgan a acciones concretas de las empresas en las tres dimensiones. De esta forma, realizamos la primera encuesta en Chile para identificar las percepciones sociales sobre acciones y aspectos concretos de la sustentabilidad de las actividades de las empresas en el país.
Encontramos que las percepciones sociales sobre las dimensiones y aspectos de la sustentabilidad son bastante complejas. En primer lugar, las personas declararon que les importan relativamente más los aspectos sociales del comportamiento de las empresas, tales como que tengan una buena relación con los empleados (aspecto de mayor importancia de todos) que respeten los derechos de los consumidores (tercer lugar de importancia), o que ofrezcan posibilidades de ascenso educación, beneficios y calidad de vida a sus empleados. En segundo lugar de importancia, estuvieron aspectos ambientales, tales como que las empresas cuiden que la producción de bienes y servicios se realice con el menor uso posible de los recursos naturales y energía (tercio superior de los aspectos de mayor preocupación para las personas), que tomen medidas sobre las consecuencias ambientales en las comunidades cercanas, o que implementen medidas para disminuir su contaminación (en torno al promedio de los aspectos de preocupación). En tercer lugar de importancia, estuvieron los aspectos corporativos, entre los cuales destacó la valoración de medidas para fomentar la ética, buena conducta y valores de los empleados (segundo lugar de mayor importancia).
Nuestros resultados indican que si las empresas en Chile quieren considerar las preferencias de nuestra sociedad, y mediante eso ser más perdurables en el largo plazo, su gestión de sustentabilidad debe cuidar especialmente la relación con los empleados, fomentar la ética, buena conducta y valores al interior de la empresa, respetar los derechos de los consumidores y de las comunidades, producir los bienes y servicios con el menor uso posible de los recursos naturales y la energía, e implementar medidas efectivas sobre las consecuencias ambientales en las comunidades cercanas.
En términos relativos, son menos importantes para nuestra sociedad los esfuerzos de las empresas por administrar y cuidar los procesos de sus productos y servicios, cuidar y prevenir el cambio climático, y cuidar la competencia justa con otras empresas y prevenir la corrupción. HidroAysén, Freirina, Chungungo, Pascua Lama, y tantos otros casos fallidos son testimonios de las consecuencias para la sustentabilidad de las empresas en Chile de no cuidar estos aspectos sensibles para nuestra sociedad.
No estamos hablando de sistemas, procesos, tecnología, leyes o instituciones, sino de competencias, habilidades, sensibilidades, valores y experiencia al más alto nivel en las empresas. Sólo desde los directorios y la alta gerencia pueden emanar las directrices, políticas y estrategias corporativas hacia la sustentabilidad. Como dice un conocido lema en administración «los pies van a donde la cabeza va». Esto implica replantear la selección de los recursos humanos estratégicos en las empresas, hacia una selección profesional, externa e independiente, en que predominen los aspectos éticos, humanos, el criterio y buen juicio, la confiabilidad (que no es lo mismo que «ser de confianza»).
Finalmente, la gran transición pendiente en nuestra sociedad es desde menores a mayores niveles de transparencia especialmente en el proceso más crítico que es el de disponer de las mejores personas en la alta dirección, no sólo de las empresas, sino del Gobierno y el Congreso.
Esto requiere transitar de una sociedad de «contactos» a una meritocracia. Esto nos hará llegar como país al lugar que nos corresponde.
- Cristian Echeverría, director Ejecutivo Centro de Estudios en Economía y Negocios
- Alex Godoy, director Magíster en Gestión de la Sustentabilidad