Campamentos y pobreza
El próximo 17 de octubre se conmemora el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, establecido por la Asamblea General de la ONU en 1992, con el fin de visibilizar el tema y sensibilizar a la población sobre las dificultades que enfrentan las familias más vulnerables en todo el mundo.
Nuestro país no está exento de esta problemática: un 14,4% de la población vive bajo la línea de la pobreza y un 2,3% en pobreza extrema (Casen 2013). Gran parte de esta realidad se vive en los 681 campamentos que aun existen en Chile y que representan un desafio pendiente, no sólo para el Estado, sino también para el mundo privado y la sociedad civil.
La última Encuesta Nacional de Campamentos, dada a conocer por la ONG TechoChile hace algunos meses, mostró una realidad que sigue afectando a miles de familias. De acuerdo a este sondeo, existen 34.195 familias que viven en malas condiciones y sin acceso a los servicios básicos a nivel nacional, lo que equivale a un aumento de aproximadamente 7.000 familias en los últimos cuatro años.
A su vez, el 91% de los hogares no cuenta con alcantarillado, 76% no tiene acceso regular a agua potable y 48% no está conectado de manera regular a la electricidad. En materia educacional, el 66% de los habitantes de campamentos no ha terminado el colegio y sólo 1 de cada 100 logra llegar a la universidad.
A un nivel más local, en la Región del Biobío hay 152 campamentos que albergan a más de 8.000 familias que no cuentan con una vivienda digna, acceso regular al alcantarillado, agua potable y electricidad. Las comunas con más campamentos son Lota y Talcahuano. Esto la convierte en la segunda región con más campamentos en Chile, siendo Valparaíso la primera y la Región Metropolitana la tercera.
Estos datos debieran llevarnos a que, con urgencia, la erradicación de la pobreza vuelva a ser prioridad. En este sentido, debe existir una estrategia nacional que permita la coordinación permanente de los ministerios sociales para hacer frente a los problemas de las familias vulnerables de campamentos; además, es preciso elaborar una nueva política habitacional y poner en práctica un trabajo más directo y colaborativo con sus dirigentes.
Para cumplir con este objetivo, se necesita a todos los actores -alcaldes, gobernadores e intendentes- trabajando por el desarme definitivo de los campamentos, incentivando a las familias para que postulen a subsidios y rompan definitivamente el círculo de la pobreza.