Fondo de Infraestructura
Está tomando fuerza la idea de crear —por ley— un Fondo de Infraestructura que priorice, financie y agilice el desarrollo de nuevas obras para el futuro. En principio, se trata de una buena iniciativa, considerando los numerosos estudios e indicadores que dan cuenta del déficit de inversión que registramos en ciertas áreas.
No obstante, preocupa que el mencionado Fondo de Infraestructura termine siendo una herramienta incompleta y contraproducente al margen de la política y de la contabilidad fiscal. Debemos evitar la tentación de construir estructuras financieras paralelas, tal como sería —por ejemplo— la creación de una empresa estatal, la cual apalanque financiamiento a través de la cesión y garantía de ciertos derechos de cobro (peajes) por parte del Estado a dicha empresa. Esa solución implicaría subsidios encubiertos y un aumento de la deuda fiscal consolidada.
En los complejos momentos que vive el país, las políticas públicas requieren aportar estabilidad e institucionalidad. Una solución real y de largo plazo implica asumir que no podemos gastar más de lo que tenemos. Basta leer la prensa internacional para ver los problemas que enfrentan los países que caen en la irresponsabilidad política y fiscal, con sus consabidas y negativas consecuencias en pobreza desigualdad e inversión futura.
Defiendo un Fondo de Infraestructura que favorezca la planificación, coordinación y financiamiento de las obras necesarias para Chile, considerando su aporte al crecimiento y reactivación del país. Ello podría concretarse a través de un acuerdo nacional que implique aumentar desde un 19% (actual) a un 23% el presupuesto del Estado para proyectos de inversión en forma permanente, lo cual constituya el mencionado fondo. Estos cuatro puntos porcentuales nos llevarían a un aumento de 1% adicional del PIB en inversión en infraestructura, que es lo que Chile requiere (3,5% del PIB).
El Congreso Nacional está ad portas de comenzar a debatir la Ley de Presupuestos del año 2016. Ojalá que la negociación respecto de estas materias se lleve a cabo con visión de futuro, sin esperar la eventual creación paralela de un Fondo de Infraestructura mágico, el cual termine aumentando en forma disfrazada los compromisos del Estado y disminuyendo la estabilidad institucional que necesitamos para potenciar nuestro desarrollo.