La industria del fútbol tiene tres principales fuentes de ingresos: boletería, venta de jugadores y derechos de transmisión e imagen. US$ 1.700 millones recibe al año la Premier League por los derechos de transmisión de sus partidos. La serie A italiana recibe US$ 1.100 millones. En Brasil la cifra alcanza US$ 600 millones y en Chile bordea los US$ 50 millones. Estos montos vienen creciendo a tasas cercanas al 20% por año.
Las razones que explican el incremento son varias. Por un lado, la masividad de su audiencia. La sintonía promedio de los partidos de la selección chilena, sumando ambos canales, ha superado los 50 puntos. El doble que el Festival de Viña que alcanzó 22 puntos promedio el 2015. La baja sintonía del Festival no es algo puntual de la versión 2015. El evento viñamarino ha bajado en promedio 10 puntos en los últimos 5 años. Esta baja se explica por la penetración de la televisión de pago y la diversidad de plataformas que hoy entregan contenidos. YouTube, Facebook, Twitter, por nombrar algunos, revolucionaron la producción y acceso a la entretención. Cada año, estas plataformas capturan mas tiempo destinado al ocio.
La actual crisis de la televisión se explica en parte por la baja sintonía de la TV abierta. Las agencias de publicidad se ven obligadas a diversificar su presupuesto entre medios tradicionales y otras plataformas digitales. No obstante lo anterior, el fútbol mantiene y aumenta su sintonía. El fútbol como pocos, es un contenido que atrae masas, que se disfruta en vivo y captura audiencias globales. Un tipo de contenido donde no se puede adelantar los comerciales ni hacer zapping. Un tipo de contenido que se disfruta mejor en HD, con pantalla gigante y buen audio ¡Qué sería de la industria de los televisores sin el fútbol! En tiempos de sintonías fragmentadas, audiencias infieles y gerentes de marketing confundidos, el fútbol, como contenido televisivo, entrega certezas.
Por algo Mega pagó US$ 106 millones para transmitir las eliminatorias a Rusia 2018.