Autorregulación asistida
La Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) puso en consulta para comentarios del mercado y público general el denominado «Fortalecimiento de Estándares de Gobierno Corporativo de las Sociedades Anónimas Abiertas». Una apuesta por perfeccionar la información que entregan las sociedades en materias de gobierno corporativo, responsabilidad social y desarrollo sostenible.
Una primera aproximación indica que ésta es una medida alentadora, porque apunta a llenar los vacíos de nuestra legislación, que han quedado en evidencia con los últimos escándalos financieros.
La SVS asume que éste es un proceso de aprendizaje y mejora continua, que incluye ensayo y error, como el hecho de confiar en la autorregulación, para la que -evidentemente- el mercado aún no está completamente preparado.
Aparecen entonces las oportunidades. La primera es para los gremios, que tienen la opción de hacer de las buenas prácticas su propia bandera. Luego una mayor transparencia y rendición de cuentas, que permitirán una correcta y adecuada toma de decisiones para los accionistas.
Otra importante oportunidad que abre este debate está en la relación de los directorios con los stakeholders. Se espera información continua sobre cómo serán sus negocios y operaciones, lo que a su vez permitirá una mayor integración de directorios y empresas a la comunidad.
Y es que, en la práctica, la SVS ha hecho un llamado de atención a las empresas porque aquí no solo están en juego proyectos de decenas o cientos de millones de dólares que han debido ser archivados, sino que el capital de credibilidad y confianza que constituyen alimento para todo el sistema.
Los costos
Como toda gran modernización, los ambiciosos planes de la SVS involucran una potente inversión para las empresas que deberán considerar la contratación de asesoría externa para acompañar a las sesiones a cada director que así lo requiera. Aquí la SVS propone que las compañías cuenten con asesorías externas que estimen la idoneidad del número de reuniones y el tiempo dedicado por cada uno de los directores a este trabajo. Además, se calculará el tiempo que se destinará al trabajo ante casos de contingencias graves y la contratación de un tercero para tales efectos.
Como resultado se espera contar con personas más enfocadas en un número acotado de directorios, lo que permitirá que se dediquen y aporten a ellos. Así se evita que estén presentes solo a través de una firma, sin agregar mayor valor a esa participación.
Toda esta estructura profesional y de asesoría especializada de alto nivel tendrá sin duda un impacto importante en las arcas de las empresas. Pero, más allá de los recursos económicos involucrados, es muy probable que estos cambios exijan un fuerte cambio cultural que podría ser aún más costoso que la inversión material. Los directorios tendrán que cambiar su forma de trabajar de relacionarse e, incluso, deberán convertirse en instancias abiertas, en lugar de los verdaderos clubes -de Toby- que son hoy.
La contratación de externos no es un lujo antojadizo de la SVS. Si bien las empresas chilenas han sido tradicionalmente reconocidas a nivel internacional por su capacidad para agregar valor, también es cierto que lo ocurrido en cosa de semanas en dos importantes grupos responde a viejas prácticas que los mercados más desarrollados vetaron hace mucho tiempo. De ahí que el aporte de externos pueda contribuir a evitar nuevos bochornos.
El aporte de la diversidad
Los externos deberían traer consigo además de una serie de aspectos positivos, aire fresco para las sesiones de directorio. Mayor diversidad en cuanto a profesiones, nuevas ideas, mayor inclusión femenina, por nombrar algunas. A su vez, ello redundará en una disminución de barreras culturales al interior de las compañías, prácticas más inclusivas y un monitoreo constante de sus estrategias y estilos.
Hace un tiempo, un estudio de la OIT mostró que solo un 5% de mujeres en Chile accede a altos cargos en las empresas. Un error de la tradición que no se ha querido romper, dado que ellas aportan mucho al orden y a las estructuras de las empresas, un tema que incluso fue parte de un estudio que realizamos en la UDD, junto a la Universidad de Liverpool.
Siguiendo con la diversidad, en las empresas hoy tenemos un problema. En los altos cargos, en general, se concentran personas de un mismo nivel socio cultural, que egresan de los mismos colegios, de las mismas universidades, establecen familia y comparten los mismos círculos. Esa falta de diversidad hace que en la práctica sea difícil pensar distinto. Por eso la norma de la SVS alude a etnias y religiones, en busca de transparentar incluso aspectos que seguimos considerando parte de nuestra vida privada.
Si las recomendaciones del organismo avanzan, representaría un verdadero empujón a esa apertura que se requiere en los Gobiernos Corporativos, contando con otras profesiones, otras miradas otros aires. Para no seguir haciendo las cosas como hasta hoy, en que las formas y los fondos parecen haber caído a un profundo abismo.
En definitiva, para quienes nos dedicamos a profesionalizar los Gobiernos Corporativos e investigar el impacto de estos cambios, la profundidad de la información que se espera entreguen las compañías todavía parece un sueño hecho realidad. Decidirse a transparentar, aunque a veces genere temor, es el desafío que está pendiente y que tanto necesitan nuestras empresas.
Sin embargo, hay un gran pendiente que llama la atención sobre el anuncio de la SVS. Resulta curioso que el estándar que estas medidas quieren imponer sea superior al del mundo público: ni diputados, senadores, ministros, ni los primeros hijos de la República cumplen hoy con tal nivel de transparencia. Materia que al menos en esta norma quedará pendiente.