Gobiernos corporativos: vayamos por más
La propuesta recientemente anunciada por la SVS y que dice relación con el fortalecimiento de los gobiernos corporativos es, sin duda, un paso más hacia una cultura en que los directorios sean una instancia de fiscalización, transparencia y confianza hacia la organización y hacia el mercado en general. Es, por lo demás, la intención que tuvo la misma SVS en 2013 en un contexto político distinto.
Si bien se trata de una normativa de carácter voluntario, entrega directrices concretas que ayudan a avanzar hacia un mayor poder fiscalizador del directorio. Pero quizá su mayor valor está en volver a poner en la discusión algunos aspectos que son importantes y hasta polémicos, pero necesarios de abordar como país para un buen funcionamiento de las sociedades anónimas abiertas.
Dentro de dichos aspectos, se encuentran el tiempo que cada director dedica a su labor como tal, la diversidad en la composición del directorio y la posibilidad de que los directores cuenten con asesoría externa, entre otros temas.
Lo anterior toma especial relevancia en un escenario como el actual donde la desconfianza hacia las instituciones tanto públicas como privadas se ha visto incrementada por los hechos tan desafortunados como evitables que todos conocemos.
Quizá el más polémico de los temas que contempla el documento es el que trata del tiempo que cada director le dedica a su labor. La posición de la SVS es que debería existir un mínimo de horas de dedicación que permita realizar un trabajo fiscalizador acucioso y responsable a cada director. Ello redundaría, se sostiene, en la necesidad de tener más y mejores candidatos para desempeñarse a nivel de gobiernos corporativos, por el simple hecho de que una persona no podría físicamente desempeñarse en más de una cantidad reducida de directorios.
Quienes no concuerdan con esta propuesta señalan que es absurdo medir la calidad de la labor de un director por el número de horas que le dedica a tal tarea, porque esa calidad va a depender de un sinnúmero de factores que no tienen que ver con el tiempo dedicado.
Pero, sin duda, uno de los aspectos más destacables de esta nueva normativa es aquel que se relaciona con la (necesaria) diversidad en los directorios. Un aspecto nada menor teniendo en cuenta las pobres cifras que ostentamos a nivel país en participación de mujeres en estas instancias. Sin embargo, más allá del género, la SVS insta a los directorios a una suerte de autorreflexión sobre la diversidad de pensamiento, experiencia, cultura, preparación e, incluso religión.
Un ejercicio que, idealmente, pondrá de manifiesto lo poco que hemos avanzado en esta materia y la gran oportunidad que tenemos de progresar en forma real en temas que parecen accesorios, pero que son importantes para el tipo de sociedad en que se ha ido convirtiendo Chile, más abierta y más moderna. Sin embargo, es muy relevante que esta autorreflexión conduzca a que las empresas caminen en la dirección de más diversidad en forma voluntaria y no coercitiva.
- ¿Qué ha pasado? La SVS ha hecho una propuesta de fortalecimiento de los gobiernos corporativos que actualiza un proyecto que data de 2013.
- ¿Cuál es su objetivo? Si bien la iniciativa es voluntaria, entrega un conjunto de directrices que apuntan hacia la diversidad de los directores y un mayor control y fiscalización.
- ¿Hay un punto clave? Es relevante que haya una autorreflexión en los directorios en torno a más incorporación de la mujer en el contexto de una pluralidad de miradas.