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UDD en la Prensa

Desafíos para la CNA

 Federico Valdés Lafontaine
Federico Valdés Lafontaine Rector

En diciembre de 2012, Matko Koljatic asumió la presidencia de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA). Centró su gestión en la recuperación de la credibilidad de esta Comisión, luego de las graves denuncias que se le hicieran a su antecesor en el cargo. Sin embargo, a juicio de muchos, en su intento por lograrlo, la CNA se excedió en la dureza con la que llevó adelante diversos procesos de acreditación, y dejó fuera del sistema a instituciones que en circunstancias «normales» si hubiesen sido acreditadas. Adicionalmente, el ex presidente de la CNA consideraba «verdaderas universidades» sólo a aquellas que «aportan al conocimiento», dejando así de lado a las llamadas universidades docentes, las cuales no tienen como objeto principal el desarrollo de líneas de investigación, pero igualmente son instituciones que hacen, la mayor parte de ellas, un valioso aporte al país, al formar estudiantes que provienen mayoritariamente de contextos vulnerables. El problema de esto es que se contrapone abiertamente a la legislación que dio origen a las universidades privadas en Chile y al desarrollo que el mismo sistema ha tenido por casi 35 años. En consecuencia, la política seguida por la anterior administración se constituyó, en los hechos, en una legislación sobre el sistema de educación superior en Chile.
En este contexto, el nuevo presidente de la CNA Alfonso Muga, tiene grandes desafíos. El primero, hacer efectiva la institucionalidad vigente, reconociendo la realidad y valor de proyectos educativos de universidades docentes, acreditándolas por la calidad del proyecto en sí, sin obligarlas a transformarse en algo distinto a lo que son. Esta forma de resolver es de suma importancia, pues la Comisión tiene, en la práctica, el poder de echar abajo proyectos educativos, al determinar si una institución puede o no acreditarse.
En 2014, la CNA propuso nuevos criterios de acreditación para programas de pregrado, destacando positivamente el mayor énfasis que se le otorga al análisis de la efectividad y los resultados del proceso educativo. Sin embargo, algunos de estos criterios pueden limitar a tal nivel el desarrollo del proyecto educativo de cada institución, que podrían llegar a atentar contra la libertad de enseñanza. Entonces, establecer criterios de acreditación razonables, que velen por la calidad del programa y garanticen la adecuada autonomía de la institución es un segundo desafío para la CNA.
Como último desafío, se puede mencionar que la CNA actúa hoy como un juez que dicta sentencia respecto de la «calidad» de las instituciones, otorgándoles o no la acreditación e incluso poniéndoles una nota que va de 1 a 7 (los años de acreditación). En ese sentido, sería positivo que la Comisión impulsara un cambio para transformarse en un ente asesor, que acompañe a las instituciones de educación superior, más que ser un mero evaluador, como lo es en la actualidad.