Sustentabilidad: Lo que los números no expresan
Una de las tendencias actuales a nivel internacional y que ha llamado mucho la atención de especialistas, es la denominada «Sharing Economy». La economía del compartir (a veces también se conoce como la economía peer-to-peer, economía colaborativa o consumo colaborativo) es un sistema socio-económico en torno a la puesta en común de recursos humanos y físicos. Incluye la creación, producción, distribución, comercio y consumo compartido de bienes y servicios por parte de diferentes personas y organizaciones, sin intermediarios. Más allá de su definición, lo interesante como objeto de estudio va más allá de lo que ello significa, sino por lo que esta tendencia podría estar reflejando en un sistema económico que hoy a nivel global ha sido criticado no por su creación de riqueza, sino en el cómo ésta crea inequidad en el bienestar.
Como origen, una economía del compartir, sin intermediarios y fuertemente apoyada en redes sociales sobre plataformas en línea, ésta se basa sobre evaluaciones mutuas de buenas prácticas entre agentes interactuantes. Es decir, ya no basta con decir que uno “tiene buenas prácticas”, sino que debe comportarse como tal ya que hay otro que va a evaluarte. Al respecto, tu posición social y de confianza depende de tu comportamiento y de quien evalúa o da fe que uno actúa de forma correcta; o sea, un actuar ético.
Sin boletas, sin facturas; ésta se está transformando en un dolor de cabeza para más de algún gobierno en la medida que desafía las estructuras sobre las cuales funciona la economía actual, alcanzando hoy niveles de transferencias de dinero por sobre los 26 billones de dólares. Este tipo de transacciones que en la actualidad nos parecen comunes, transfieren millones de dólares de unos a otros a través de aplicaciones sobre sistemas móviles, siendo ejemplo de ello aquellas que posibilitan arrendar nuestra propiedad amoblada – AirBnB – permitiéndonos acceder a mejores precios de lo que podría ofrecernos un hotel. El ejemplo de AirBnb nos permite arrendar un departamento de acuerdo a nuestras necesidades y con menores precios de lo que podríamos acceder de otra forma. Quizá no nos den servicios a la habitación, pero quienes usan la plataforma prefieren tener la libertad de autoservicio con la comodidad de nuestra casa. Otros ejemplos son los sitios de crowfunding, a lo cual cualquier innovador puede acceder a fondos de otros por una buena idea en vez de ingresar a sistemas engorrosos de capital semilla o incubadoras, quizá reflejando que lo fácil lo hemos hecho complejo. Pero, ¿que es lo que este tipo de economía nos puede mostrar?
Acorde a quienes estudian lo que se ha denominado “economía sustentable” y que analizan las tendencias y percepciones de este tipo de conductas, esta modalidad se basa en el premio a la veracidad de lo que un oferente y un comprador dicen de si mismos. En este asentido AirBnb, funciona sobre un sistema de verificación de información que da confianza a ambos y que después se valida en la medida que uno recibe retroalimentación de se cumplió el acuerdo entre las partes; es decir, la verificación de las buenas prácticas. En mi experiencia, tuve que asistir a un congreso en la Ciudad de Nueva York a lo cual decidí no gastar mi viatico en hoteles sino que me atreví a usar AirBnb, encontrando un departamento dos ambientes en pleno Upper East Side en Manhattan – el sector caro pero a precio más barato que un hotel de 2 estrellas -, específicamente en la avenida Lexington con la 72th Street, lugar privilegiado por el acceso. Lo interesante fue el método de verificación que quien era yo realmente así como de quien era mi arrendador a quien nunca vi, pero siempre estuvimos en contacto.
Al investigar a fondo la plataforma, ésta contacta directamente oferentes con demandantes sin intermediarios, permitiéndonos a acceder a más opciones de las cuales podríamos encontrar. Un sistema de ranking y evaluaciones hacen que uno confíe en “otros como yo” que opinan sobre “otros como yo”. Los expertos señalan que esta plataforma ha permitido a muchos españoles, por ejemplo, poder mantener los pagos de sus departamentos en plena crisis económica, lo que en otras circunstancias no hubieran logrado debido a los complejos sistemas de arrendamientos, donde además sienten que un intermediario se lleva parte de lo recaudado, encareciéndolo todo . Muchos declaran que arrendar de esta forma sus “pisos” ha sido la mejor forma de no perderlos, de no pedir créditos e incluso de ganar dinero sin tener que pasar por alguna institución bancaria o agente inmobiliario intermedio. Los expertos interpretan a esto como la desconfianza y sentimiento de pérdida de quien está dispuesto a ofrecer algo en un sistema económico como el actual.
Algo muy similar ocurre con los sitios de crownfunding, donde gente busca dinero para desarrollar prototipos tecnológicos, nuevos negocios o hasta financiar una cirugía que les resultaría restrictiva, todo gracias a la voluntad de otros y sin necesidad de pasar por tanta institución intermedia o regulatoria. Acá el sistema es persona a persona, y si mientes o no cumples te transformas en un paria del sistema siendo perseguido en las redes sociales. Esto termina de lleno con los llamados Inversionistas Ángeles o plataforma de inversiones, donde personas se prestan una a otras sólo a través de redes sociales, de un computador y una conexión de red. Quienes usan estas plataformas declaran que ésta es la forma más directa de no pasar por tantos intermediarios, reflejando un descontento con las estructuras establecidas y que quizá en tiempos de redes sociales se encuentran un poco anacrónicas pero vigentes.
Un usuario de este sistema me explicaba que incluso al estudiar el modelo de la AFP, este podría gatillar algo similar con redes sociales. Este colega programador señalaba que si el sistema de AFP recibe parte de nuestros ingresos obligatoriamente, y presta tal recaudación a otras instituciones tanto bancarias o de inversión a tasas menores de las que éstas mismas le prestarían a él. Esto hacen sentir que todos sacan una tajada con fondos que uno mismo genera producto de su trabajo. En este sentido, él me explicaba, que había tres opciones a seguir.
1. Mejor no pedir dinero al banco a altas tasas y tampoco pasar su dinero a un intermediario como la AFP, aumentando su capital y así ahorrar en su casa para no pedir prestado.
2. Mejor prestar el directamente al banco a la tasa de interés que haría una AFP, ganando el interés de los prestado.
3. Mejor hacer de banco, juntando de forma cooperativa a otros interesados como él en hacer un fondo común para prestar a otros a tasas menores que las de un banco pero mayores que las de las AFP.
A pesar de la caricatura de lo anterior, lo que se muestra es que la sharing economy cada día crece más y que surge como respuesta frente a un sistema que lleva a la gente a pensar que está perdiendo sus recursos… la frase “tanto intermediario y yo nada”, es algo que por ejemplo el productor agrícola siempre piensa cuando produce nueces a 3.000 el Kg mientras que en el supermercado éste supera los 1.000 los 100 gramos.
¿Dónde se da más la “Economía Compartida”? Los expertos han visto que crece en países donde la confianza entre pares es mayor. Si en Chile sólo el 13% confía uno en el otro, ¿Cómo cree que esta economía se desarrolla en el país? Para muestra sólo un dato, los chilenos usan este tipo de economía cuando viajan a otros países en vez de usarla en nuestra propia región, algo que nos debiera hacer reflexionar. Quizá si confiáramos más en el otro podríamos tener unas lindas vacaciones en distintos lugares del país sin pensar que son algo restrictivo o que el cupo en la “picada de turno” ya no exista.