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UDD en la Prensa

La burbuja de Peñailillo

 Eugenio Guzmán Astete
Eugenio Guzmán Astete Facultad de Gobierno, Facultad de Educación (I)

Una característica común es que las personas tienen expectativas que derivan de los dichos de otros. El problema surge cuando dichas expectativas son burbujas y estallan contra la realidad, dando paso a la frustración. Por eso en política debemos estar alertas y advertir sobre aquellos discursos que evocan sueños que no necesariamente se cumplirán. Es lo que diferencia a un quehacer político basado en la reflexión de uno basado en sensaciones pasajeras.
La actual propuesta de reforma electoral, más allá de la conveniencia de mantener el actual sistema, ha sido adornada con una serie de atributos que no necesariamente tiene. En primer lugar, se le ha dicho a la gente que con el nuevo sistema habrá mayor competitividad, pero la verdad es que no es así, porque en la medida que se permiten los pactos y subpactos, se mantendrá la competencia a nivel de bloque y no de partidos. Es decir, manteniendo el mismo esquema de competencia, ésta no cambiará demasiado.
Segundo, se ha dicho que la representatividad aumentará, dado que se propone que los partidos y pactos puedan postular hasta el doble de candidatos. Si bien esto podría aumentar el número de partidos por pacto, la verdad es que asegurará que los más pequeños y nuevos obtengan representación. Frente a esto, se replica que al ser mayor el número de cargos por distrito, habrá mayores oportunidades para los partidos más pequeños. La verdad es que esto tampoco es así. La razón es que si un partido no es incorporado a un pacto, en el mejor de los casos, en un distrito de ocho escaños (sólo dos distritos tienen ese tamaño) necesitará un 11% de los votos. Pero se trata de un distrito mucho más grande en población y territorio que los actuales, luego, las dificultades serán aun mayores (paradójicamente, se debe señalar que es muy probable que por efecto de los pactos, candidatos con menos votos salgan elegidos, como sucede en las elecciones municipales).
Tercero, se le ha prometido a la gente que ahora no serán los mismos de siempre los que serán elegidos. Esto no es verdad, pues las posibilidades de reelección están condicionadas por otros factores y ocurren con los más variados sistemas electorales. Si existieran límites a la reelección se evitaría esta situación, aunque esta norma no está exenta de cuestionamientos de fondo.
Por último, se ha dicho que con el nuevo sistema aumentará la participación. Por lo pronto, en el mundo se aprecian disminuciones importantes desde la década del 90 en la participación electoral, lo cual significa que la propuesta no necesariamente resolverá este problema estructural. Si bien existe alguna evidencia que la participación es mayor con sistemas proporcionales, también es cierto que los sistemas con muchos partidos aumentan la abstención, contrarrestando dicho efecto. Incluso se ha cuestionado que este factor se entienda y que realmente sea decisivo.
A pesar de todo, el ministro del Interior sigue insistiendo en esta reforma burbuja. Un proyecto serio debiera haber sido discutido y, sobre todo, pensado con mayor detención.