Batman versus el Coyote
Como un fan de los dibujos animados, siempre he tenido una especial admiración por el Coyote en su eterna persecución del Correcaminos. Con sus miles de trampas y planes, conozco pocas personas que apliquen tanto la máxima de «fallar pronto para aprender luego». Y si bien aún no conoce el éxito (salvo ese mítico capítulo donde dicen que logra su objetivo), es imposible no reconocer su inmensa creatividad aplicada en las miles de ideas malévolas que busca implementar. No solo el Coyote es un genio maléfico creativo; piensen en los comics y dibujos animados, en la mayoría de ellos los «malos» suelen ser mucho más creativos que los defensores del bien. Buscan romper el orden establecido para imponer sus condiciones. Esta condición parece no ser casualidad. Un reciente estudio (Gino F. & SWiltermuth, S.S. 2014) demuestra que ser deshonestos y ser creativos están fuertemente relacionados, pues ambos comparten una base común: romper las reglas de lo establecido.
En una serie de experimentos, a un conjunto de personas se les solicita reportar sus resultados en un juego. Según el resultado reportado obtenían una recompensa en dinero. Posteriormente debían someterse a una nueva batería de pruebas con el fin de medir su creatividad. El estudio demostró que los individuos que sobre-reportaron sus resultados (buscando «engañar» a los investigadores para obtener más premio) tenían mejores resultados en los ejercicios de creatividad que quienes fueron honestos en sus reportes. En ambos casos el factor común es la capacidad de romper ciertas reglas y actuar más allá de lo permitido. Una vez que nos liberamos de nuestras ataduras o convencionalismos, somos capaces de generar más o mejores ideas. Pero tal como la dinamita o la pólvora, podemos usar estas habilidades para el bien (como Batman) o convertirnos en el Coyote.