El desarrollo de Chile en una posición crucial
Entre tanto argumento dando vueltas en una y otra dirección, muchas veces cuesta discernir la conveniencia de una determinada propuesta Chile está hoy en un punto de inflexión. Tomamos las decisiones correctas y nos transformamos en un país desarrollado que mejora significativamente las condiciones de vida de sus ciudadanos o tomamos las medidas equivocadas y seguimos siendo un país pobre incapaz de ofrecer a sus residentes un futuro razonable, generando frustración e injusticia. Estamos escuchando muchas ideas y propuestas de lo que Chile debe hacer para alcanzar el ansiado desarrollo, con más progreso y cohesión social. Entre tanta idea dando vuelta y argumento en una y otra dirección, muchas veces nos perdemos y nos cuesta discernir la conveniencia o no de una determinada propuesta.
En medio de tanto debate, quisiera recordar algunos principios básicos como filtros esenciales para la evaluación de dichas ideas:
Primero, ¿hace la propuesta a cada ciudadano una persona más libre? La aspiración de toda sociedad debería ser el ir entregando más libertad a cada uno de sus individuos, facilitando que cada uno de ellos pueda desarrollar sus sueños y alcanzar sus metas. Muchas iniciativas, en el nombre de un bien común difícil de medir restringen severamente el accionar de las personas, limitando sus posibilidades de desarrollo personal y comunitario de acuerdo con los talentos que tiene.
Segundo, ¿es la propuesta una forma explícita o implícita de generarle a cierto grupo condiciones de privilegio? La legislación está plagada de privilegios para ciertos grupos sin justificación alguna. Restricciones a la inmigración tratamientos especiales a cierto tipo de trabajadores, a ciertas razas o a ciertas empresas, son sólo algunos ejemplos. Este tipo de discriminaciones no hace más que limitar la competencia, aspecto central a cuidar si queremos que cada persona tenga la motivación para aprovechar al máximo sus talentos personales, para su beneficio y el de la comunidad.
Tercero, ¿fortalece la propuesta la asunción de la responsabilidad personal y el cuidado de la ley? En una sociedad próspera todo individuo se responsabiliza y da cuenta de sus actos y la ley se cumple sin excepción. Cuando esto se relativiza, se pone en riesgo la integridad social y se dificulta el cumplimiento de los propósitos individuales porque no hay referencias claras.
No he pretendido ser muy sofisticado ni exhaustivo en esta columna, sino simplemente volver a ciertos principios básicos que en mi opinión deberíamos tener siempre presente y que con mucho temor veo muy ausentes en la discusión particular de muchas ideas.
Los invito a aplicar estos criterios y proponer otros más que nos ayuden a orientarnos a la hora de evaluar las diferentes propuestas públicas que escuchamos día a día.