Reglas claras conservan la amistad
Cuando se habla de Latinoamérica, hace tiempo que Chile y Perú se llevan los aplausos en cuanto a oportunidades de desarrollo e inversión. Hoy sumarán un nuevo mérito al proyectarse al mundo como naciones capaces de resolver diferencias en forma pacífica y de «rayar la cancha» a largo plazo para asegurarle a sus compatriotas y también a quienes desde el resto del mundo apuesten por Chile y Perú, un entorno pacífico y estable en donde el desarrollo y la confianza sean el mejor horizonte en común.
En nuestra experiencia como asesores de familias empresarias peruanas y chilenas, existen varias razones que confirman que así ha sido.
El intercambio comercial entre ambos países se ha incrementado cerca de nueve veces desde la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio (TLC) en 2006.
Ello se ha traducido, entre otros en que: Son más de 350 las empresas chilenas con presencia en Perú, que tienen en curso más de 650 proyectos. Que en Chile más de 2000 empresas importan productos desde Perú.
Que Perú sea el tercer destino de las inversiones directas chilenas, tras Argentina y Brasil y que en dos años se haya duplicado la inversión de empresas peruanas en Chile.
Estos son simples ejemplos que demuestran que Perú y Chile se han comportado como verdaderos hermanos. Pero como hermanos de una familia empresaria donde las buenas prácticas han imperado por sobre cualquier tempestad. Al igual que en las familias empresarias la tradición es un puntal para mantenerse unidos.
Pero así como en las familias empresarias abundan las virtudes también aparecen las amenazas. El desgobierno corporativo suele estar antecedido por la desconfianza y el oportunismo.
Estoy seguro que hoy son cientos los empresarios, emprendedores y en especial los más de 200.000 inmigrantes peruanos en Chile los que miran con satisfacción este fallo, que confirma que la decisión de confiar en el vecino para crecer juntos, ha sido la más acertada.