Piñera y el Gobierno Corporativo
A la hora de los balances, la visión sobre la gestión de Sebastián Piñera tiene de luces y de sombras, según el prisma y, por cierto, el lado de la vereda desde el que se mira.
Aquí proponemos pasar sus cuatro años por el tamiz de la disciplina del gobierno corporativo, que abarca tres aspectos: el fiduciario, el estratégico y el fundacional.
En el primero, el gobierno fiduciario, las preguntas clave son cómo respondió cuidando los activos que la ciudadanía le entregó a fines de 2010 y si fue cuidadoso y responsable en su administración. En general, este gobierno no protagonizó grandes casos de corrupción, aunque desde su partida, el principal cuestionamiento a la figura de Piñera y algunos de sus colaboradores se centró en los conflictos de interés. En ese sentido, podemos decir que el gobierno saliente fue de menos a más. Aquí, podríamos decir que ascendió desde un 3,5 inicial a una nota sobre 6 al término de su mandato.
Un segundo concepto, el del gobierno estratégico, alude a los planes del gobernante. Uno de los que más se encargó fue el de poner fin a la puerta giratoria en materia de seguridad pública y delincuencia. Y es precisamente en el que parece quedar más al debe tras cuatro años, porque claramente no se la pudo. En materia energética, hoy Chile parece ver más complicado su futuro que en 2010. En relación al autoproclamado gobierno de la eficiencia podemos enumerar algunos logros concretos: el postnatal de seis meses, la generación de empleo y cifras positivas en materia de crecimiento económico. Así, desde el prisma estratégico, Piñera claramente se esforzó seriamente por ser eficiente, pero no le resultó tan bien como nos hizo creer que lo haría.
El tercer aspecto, el del gobierno fundacional, que implica preguntarse cuáles son los problemas a resolver y avanzar en su solución, derechamente Piñera no encontró el tono. El Presidente no logró entender que el país requería comunicación, incorporando a la sociedad civil a la búsqueda de acuerdos. Claramente, hubo un grave fallo en su sintonía con la gente, las expectativas que generó sobre su propuesta de valor fueron muy superiores al delivery en temas muy sensibles para la ciudadanía y eso incide en la pasada de cuentas que hoy y en los próximos meses deberá enfrentar Sebastián Piñera y, si seriamente aspira a proyectarse a 2017, reconocer, asumir y comprometerse a mejorar de cara a nuevos desafíos.
El Presidente no logró entender que el país requería comunicación incorporando a la sociedad civil a la búsqueda de acuerdos.