Creación de valor en salud
Durante el tercer trimestre de este año, las Isapres abiertas reportaron una caída de 52% en sus utilidades, por beneficiario. Esta fuerte contracción en el desempeño del sector se explicó por un aumento de los costos de prestaciones y licencias y en el número de recursos de protección asociados a las alzas de precios base y GES.
En la discusión sobre la reforma al sistema de Isapres ha estado ausente la naturaleza creciente de los costos de salud. En los últimos 30 años esta tendencia se ha extendido en países desarrollados y de ingreso medio. De hecho la Ocde proyecta que el gasto en salud -como porcentaje del PIB- aumentará en los próximos años hasta alcanzar un 14%. Es importante recordar que en esta tendencia, el factor tecnológico explica entre un 40% y 65% del aumento en el costo de salud, mientras que el envejecimiento y aumento del ingreso per cápita representan un 2% y 18%, respectivamente.
Nuestro país no ha estado exento de este fenómeno, replicándose fenómenos de tipo económico, tecnológico, demográfico y cultural que elevan el consumo de prestaciones médicas y/o sus precios. Es importante recordar que actualmente se destina cerca del 7% del PIB, en donde el gasto de bolsillo y las cotizaciones representan un 40% y 35% del gasto total, respectivamente.
En este contexto, el Indice de Gasto en Salud (IGS) -calculado desde 2009 por la Universidad del Desarrollo- nos permite verificar en el sistema privado cómo evoluciona la frecuencia de uso y precios de prestaciones ambulatorias y hospitalarias como también el costo de las licencias médicas. En efecto, entre 2012 y 2013 el gasto real en salud creció un 9,1% explicado por un aumento en los gastos de prestaciones y licencias de 7,9% y 13,4%, respectivamente. Este resultado se da al menos por tres razones: un mayor ingreso eleva el consumo de atenciones; el envejecimiento de la población y un nuevo perfil epidemiológico aumenta el peso relativo de enfermedades crónicas y el mecanismo de compra utilizado por las Isapres -pago por prestación- ha generado un crecimiento muchas veces innecesario en la cantidad de prestaciones bonificadas.
Ahora bien, aunque se sabe que el gasto en salud depende de múltiples factores, los actores más relevantes de este sector (Isapres, Fonasa, prestadores, regulador, etc.) deberían examinar otras estrategias complementarias, que tienen el potencial para contener los costos y mejorar el desempeño (eficiencia y equidad) del sistema de salud. Una nueva mirada que rompe con el antagonismo entre la sociedad y el sector privado de salud es la creación de valor compartido (Porter y Kramer, 2011). Esta estrategia implica la creación de valor económico de una forma que también cree valor para la sociedad. Así, por ejemplo, se podría mejorar la información y generar mayor competencia, promover la salud preventiva y avanzar en mecanismos de pago que distribuyan de mejor manera los riesgos entre aseguradoras y prestadores.
Con todo, al momento de definir el conjunto de políticas públicas que permitiría mejorar los resultados sanitarios, es fundamental no olvidar que la expansión del gasto debe considerar la restricción de recursos fiscales, a la vez de ser compatible con las necesidades de otros sectores sociales.
Una nueva mirada que rompe con el antagonismo entre la sociedad y el sector privado de salud es la creación de valor compartido, de tal forma que también se cree valor para la sociedad.