Capitalismo social popular
La confianza es uno de los componentes principales del capital social de una nación y éste, a su vez, es uno de los requisitos básicos para el funcionamiento de una democracia y una sociedad próspera. Muy en simple el capital social se puede definir como «las características de la vida social y su organización, tales como confianza, normas y redes sociales» (Putnam 1993).
Entre otros aspectos, favorece el intercambio de información social, la coordinación de actividades, la confianza para la toma colectiva de decisiones y la cooperación para lograr un bien común, factores claves para superar la pobreza y lograr un desarrollo humano y económico sostenible. Chile es un país donde la desconfianza es un mal generalizado; no llegamos a la hora a las reuniones contamos dos veces el vuelto o no creemos en la palabra del otro. Según los estudios que encontré, somos el país más desconfiado de la OCDE, ampliamente superados por turcos y mexicanos, que cierran la lista. ¿Qué implicancias? Si queremos convertirnos en un polo de desarrollo y emprendimiento, debemos generar capital social. Emprender e innovar son caminos largos y tortuosos, llenos de preguntas y dificultades, que requieren contar con ayuda de otros, pero ésta no puede estar siempre condicionada a un pago o retribución monetaria, sino también debe nacer de la búsqueda de un bien social mayor (una sociedad desarrollada). Tuve la suerte de estudiar en EEUU, donde gerentes, directores y dueños de empresas se daban el tiempo de escuchar ideas o dar consejos sólo por el gusto de hacerlo. Escuché ideas de emprendimientos geniales que amigos se atrevían a compartir sin gran preocupación porque se las copien y compartí algunas sabiendo que recogería comentarios interesantes y constructivos. Visité aceleradoras de negocios donde los valores fundamentales era la cooperación y la confianza, entre otros; se cruzaban ideas o sugerencias sabiendo que construían algo más grande que el negocio de cada uno. Si queremos ser desarrollados no sólo deberíamos contar nuestro ingreso o gasto, sino también contar a cuántas ideas hemos aportado o a cuántas hemos apoyado.