Empresas familiares
Las empresas familiares ocupan una parte central del crecimiento y dinamismo de la economía. Según la Encuesta Longitudinal de Empresas del Ministerio de Economía (ELE 2011), el 88% del total de las empresas nacionales son administradas por sus dueños.
Y si tomamos los casos de países desarrollados como Finlandia, España y Francia, donde el porcentaje de empresas familiares alcanza el 91 °/o, 85%» y 83%, respectivamente, (Family Business Network, 2007), representando cerca del 50% del empleo, se puede proyectar que las empresas familiares tenderán a mantener un lugar muy relevante en el futuro.
Al respecto, las investigaciones académicas han demostrado que este tipo de empresas tienen un desempeño económico que supera a las no familiares, lo que en gran parte sera atribuible a su fundador. Por ello, y como condición para que la familia en el negocio siga agregando valor a través de las generaciones, resulta necesario hoy en día su efectiva profesionalización, así como la contratación de gerentes externos que complementen a los familiares. Asimismo, la formación de éstos, para que se hagan cargo del negocio es crucial: se requiere una sólida formación universitaria para agregar valor a la compañía, condición muy importante en mercados emergentes como el chileno.
El mayorazgo como regía de sucesión en la empresa ha demostrado internacionalmente tener malos resultados en el desempeño de la firma familiar frente a la meritocracia, incluyendo dentro de la misma, a las mujeres profesionales de la familia, a hermanos menores o primos bien preparados, y sobretodo a gerentes externos; de otra forma las empresas familiares se exponen a estancarse o a destruir lo creado por sus fundadores.
Si a lo anterior agregamos que las familias empresarias son además gran fuente de emprendimiento, filantropía y aporte al mercado de capitales a través de sus family offices vemos que un país como Chile, no puede darles la espalda ni ignorarlas, si no por el contario, la autoridad debiera apoyarlas en la realización de esta triple misión, que se proyecta hacia la sociedad como fuente de mayor bienestar.
¿Y cómo anda la Región del Biobío en estas materias? Aunque la información existen te es muy precaria, se sabe que de las 99.005 empresas que existían al 2011, del orden del 80% serían familiares. Es por eso que las autoridades regionales tienen la oportunidad de marcar un liderazgo nacional, identificando y potenciando a esos actores como agentes claves del desarrollo regional.
Consciente de los desafíos anteriores, la Universidad del Desarrollo creó recientemente el Centro de Familias Empresarias y Empresas Familiares (CEFAE), con el fin de apoyar -a través de programas de educación continua, investigaciones y redes nacionales y globales, asociados al Family Business Network , a los empresarios familiares del país, a los que esperamos que se sumen los de la Octava Región.
Ojalá un día, no muy lejano, se pueda afirmar que no sólo los empresarios de hoy crean las empresas familiares del mañana, sino que las familias empresarias crean, a su vez, a los re-emprendedores del mañana.
De las 99.005 empresas que existían a 2011 en la región, el 80% eran familiares. Las autoridades regionales tienen la oportunidad de marcar un liderazgo en este tema.