Éxito en la universidad y apoyo académico institucional
La literatura especializada y la experiencia nacional e internacional muestran que uno de los desafíos más importantes para los estudiantes que recién ingresan a la universidad, se asocia a la necesidad de adaptar sus hábitos, estrategias y técnicas de estudio a un ambiente de demandas académicas distintas a las de la enseñanza secundaria.
En la universidad, los estudiantes no sólo requieren venir a clases regularmente, tomar buenos apuntes, organizar su tiempo, estudiar muchas horas o ser más autónomos, sino que será el conjunto de esas conductas y hábitos, sumadas a procesos de aprendizaje que implican un pensamiento más complejo, los que podrán acercarlos al éxito en su formación profesional.
Los estudiantes que se saben buenos para las matemáticas, para las ciencias o con buenas habilidades lectorasy de escritura, piensan que eso es suficiente para aprobar los cursos en la universidad, algo así como «más de lo mismo, pero más difícil»: error.
La universidad suele demandar un esfuerzo permanente (muchas evaluaciones seguidas), lecturas complejas (requieren leer durante largo tiempo y entender profundamente lo leído), trabajos de complejidad creciente, trabajos en grupo (con compañeros que recién se vienen conociendo), administrar eficientemente el tiempo (muchas actividades académicas y extra académicas propias de la vida universitaria), manejar la ansiedad académica (evaluaciones orales presentaciones en clase, defensa de proyectos o tareas), entre otras.
Sin duda que en las universidades sabemos que un grupo de estudiantes tendrán problemas de rendimiento producto de esta falta de preparación, y es por eso que existen cada vez más centros especializados en apoyarlos académicamente, desde el inicio de sus carreras. Esta es una realidad no sólo local o nacional.
Las universidades más prestigiosas del mundo tienen oficinas especializadas en dictar cursos de estrategias de estudio y/o prestan asesoría académica a sus estudiantes.
En el fondo, una parte importante de las instituciones de educación superior ha seguido el camino de desarrollar, junto a sus alumnos las habilidades académicas que requerirán, sin esperar que éstas surjan «espontáneamente».