El desafío de la sustentabilidad urbana
A comienzos del siglo XX, el 2% de la población mundial vivía en ciudades. Hoy, un siglo después más del 50% de la raza humana es urbana. Las cifras de la ONU hablan de 3,3 mil millones de personas viviendo en ciudades, pero la tendencia, lejos de frenarse solo se profundizará hasta alcanzar los 5 mil millones en 2030. Para tener una idea de la magnitud de este fenómeno, sólo en China, más de 300 millones de personas migrarán del campo a la ciudad en los próximos 20 años. Esto implica que China debe construir el equivalente a 66 veces Buenos Aires o Sao Paulo en este período para satisfacer las demandas de estos nuevos urbanitas. Este fenómeno es más crítico en territorios complejos particularmente en África ecuatorial, donde en los próximos 20 años más de 50 millones de personas migrarán a ciudades, huyendo de hambrunas y luchas étnicas para buscar oportunidades en ciudades que no cuentan con la infraestructura ni la institucionalidad capaz de satisfacer sus necesidades.
Tendemos a creer que las ciudades son entes ajenos a nuestro control, o que los problemas sociales y económicos derivados de la urbanización son más bien locales. Las vemos como organismos que crecen y se reproducen espontáneamente, a su antojo, pero finalmente a todos nos afecta su desarrollo, más aún en un contexto global. La ciudades utilizan más del 70% de la energía consumida por la humanidad y generan más de un 80% de los gases invernadero, son escenario de problemas sociales pero también de talento, cultura y desarrollo. En este sentido es crítico que ante las demandas emergentes de un planeta urbano las ciudades estén obligadas a encarnar los principios del desarrollo sustentable.
Un estudio reciente del McKinsey Global Institute determinó un índice de las ciudades más dinámicas del mundo hacia el 2025, considerando su calidad de vida, PIB, competitividad y sustentabilidad entre otras variables. De las top 75,29 son ciudades chinas, 13 norteamericanas, sólo 3 son Europeas y Santiago se ubica en el lugar 73. Los principales desafíos de nuestra capital están precisamente en los ámbitos de su sustentabilidad social y ambiental: en cómo revertir décadas de segregación social, tal como lo confirma el reciente estudio de la OECD, y el alto índice de emisiones y dependencia de combustibles fósiles de su matriz energética. Por suerte, tanto autoridades como urbanistas y la sociedad civil han logrado internalizar en los últimos años estos desafíos y comprender que las ciudades, como toda obra humana, pueden perfeccionarse o deteriorarse según las decisiones que tomemos. Resolver esas opciones determinarán que nuestra calidad de vida mejore o se vuelva miserable. Las ciudades chilenas se encuentran en un momento en que si se toman las decisiones correctas y suscriben a los principios de la sustentabilidad, podrán ser la plataforma para el tan esperado salto hacia convertirnos en un país desarrollado.