Depón tu vanidad
«Depon tu vanidad, te digo que la depongas», reza uno de los versos más conmovedores de Ezra Pound. escrito durante su presidio en el sanatorio de Saint Elisabeth. Forma parte del Canto LXXXI y posee reminiscencias de Chaucer y del libro del Edesiastés.
También hay 1111 guiño a su admirado Kobert Browning, que en un formidable monólogo que prefigura la obra deJuan Rulfo pone en boca del cadáver de un obispo la sentencia «vanidad todo es vanidad».
Kzra Pound veía en la ética el eje de su estética, una ética asentada en los mandamientos de Confucio sobre la rectitud personal. En las Analectas la coherencia entre convicciones y actos se dest ila desde el riguroso dominio sobre uno mismo, en el sentido de asumirnos desde las cualidades que genuinamente hacen de nosotros lo que somos.
Ezra Pound. tomando el modelo de la música, hablará de la correcta afinación de las cuerdas del alma. Vaya esta cita: «Sin carácter/ serás incapaz de tocar ese instrumento/ o de ejecutar la música que sea propia de la odas». I.a armonía social es la armonía del conjunto de las cuerdas de cada individuo.
Pound Instiga la vanidad por considerarla la madre de todos los vicios: es el encubrimiento de lo vacuo, la fisonomía falaz bajo un manto de engreimiento de aquello que no guarda entidad o proporción con su naturaleza.
De la impostura de la vanidad a la voracidad de la usura el trazo es corto. En uno y otro caso hay voluntad de engaño y simulación. El lenguaje, cuando se infecta de vanidad, corre el peligro de desplomarse en el vertedero de la retórica («los que enturbian sus aguas para simular profundidad» decía Nietzsche).
Moralista o no. Pound deploraba a los filisteos que traficaban con la realidad acuñando monedas falsas enarbolando imágenes huecas.
Un mundo falto de espesor, sin demasiado tonelaje, donde la verdad se vuelve un lente opaco y donde la palabra hipoteca todo su vigor para significar.
«Depon tu vanidad, deponía».
Para que la belleza y la bondad no se pierdan en el tumulto distractor del ruido y la pompa.