Un tema olvidado
Un tema poco recurrente, al menos de modo explícito, en la política y en general en el debate cotidiano tiene que ver con el nacionalismo. Y en este sentido la encuesta La Segunda-UDD insinúa que, lejos de ser un fenómeno olvidado, tendría suficiente arraigo. Si bien la situación actual sería uno de los principales vehículos que estaría posibilitando su expresión, en los últimos 20 años han existido diversas otras manifestaciones. En efecto, el fervor por «la Roja», el fanatismo exhibido en los 90 por los triunfos de un «Chino Ríos» y, en general, muchos otros deportistas han mostrado que los sentimientos que reafirman lo nacional, lo chileno, no están olvidados.
Todo ello tal vez se explica en gran medida porque los temas limítrofes son los que con mayor fuerza cristalizan sentimientos nacionalistas. Sin embargo, con la excepción del caso de Laguna del Desierto desde la década del 80 que el país no ha estado enfrentado a una situación de controversia internacional (tratados o límites). Esto ciertamente ha contribuido a suponer que los sentimientos nacionalistas han perdido vigencia.
Después de todo, han estado ausentes de la agenda pública y por lo tanto han perdido fuerza o interés en la opinión pública. Un dato que refrenda esta situación, y que por cierto es un caso límite, es el siguiente: en la Encuesta Mundial de Valores en 1990, el 83% de los chilenos encuestados declaraba que estaría «dispuesto a luchar por el país en caso de guerra»; 10 años después, la cifra había disminuido a 60,1%. En 2008 en la encuesta sobre Confianza y Valores de la UDD, se preguntó por el grado de acuerdo con la afirmación «estoy dispuesto a ir a la guerra por mi país», y el resultado fue que el 46,3% señaló estar más de acuerdo que en desacuerdo (9,9% se ubicaba en el punto medio de la escala, de ni de acuerdo ni en desacuerdo).
Los datos anteriores, como se señaló, reflejan las actitudes frente a un caso límite; es decir, «estar dispuesto a» asumir un compromiso excepcional e improbable. No obstante, como toda encuesta, ésta nos indica órdenes de magnitud. La misma pregunta hecha en Perú mostraba que en 1996 el 89% respondía estar «dispuesto a luchar por el país en caso de guerra» y 5 años más tarde, en 2001, dicho porcentaje había caído sólo al 81,3%.
Ahora bien, ¿debemos considerar alarmantes los datos que proporciona la actual encuesta La Segunda UDD? La verdad es que no necesariamente, lo que no significa dejar de prestar atención a fenómenos de esta naturaleza. En concreto, lo que insinúa la encuesta es, por una parte, un alto grado de optimismo respecto del resultado (el 82% piensa que será favorable), pero a su vez un alto grado de pesimismo respecto de la posibilidad de que este tipo de problemas desaparezcan, independiente del resultado del fallo (el 69% piensa que Perú seguirá estableciendo nuevas reclamaciones, y si el fallo es adverso a Perú, el 76% piensa que seguirá insistiendo en su demanda).
Pero eso no es todo: este pesimismo se extiende al caso de la demanda marítima de Bolivia en el caso de que Chile pierda (el 85% declara estar de acuerdo con la frase «Si Chile pierde este fallo, Bolivia iniciará una nueva ofensiva por su demanda marítima»).
Pero, ¿a qué podrían responder estas actitudes?, ¿están equivocados los chilenos y, en el fondo, está surgiendo una especie de ánimo nacionalista? La verdad es que no. Los datos anteriores lo indican. La verdadera razón habría que buscarla en el modo como se expresa la relación con nuestros vecinos. En definitiva, ha sido frecuente por parte de algunos gobiernos el uso de las relaciones con Chile como instrumento de política interna frente a situaciones de crisis. Si bien ha habido casos importantes de acercamiento, lo concreto es que ello no es lo que se aprecia como imagen general.
Finalmente, la buena evaluación que se hace tanto de gobierno como oposición brinda una oportunidad para mejorar la imagen de la política hasta ahora bastante deteriorada. No obstante, será clave la forma como se siga abordando el tema de ahora en adelante. Cualquier actitud o intento de sacar ventajas puede ser desastroso para quienes lo hagan y, por lo tanto exige un esfuerzo por abordar este tema con prudencia y genuino sentido país.
La encuesta insinúa un alto optimismo respecto del resultado, pero también un alto pesimismo sobre la posibilidad de que estos problemas desaparezcan».