Comprendiendo la sustentabilidad
La palabra sustentabilidad debe ser una de las más empleadas a nivel mundial, pero a su vez una de las menos comprendidas. Más allá de lo que la RAE describe como «desarrollo que, cubriendo las necesidades del presente, preserva la posibilidad de que las generaciones futuras satisfagan las suyas», y que nace desde la Comisión Brundtland en 1987, los conceptos que encierra se encuentran en un marco asociado a los tiempos actuales.
Actualmente, las consecuencias observadas del crecimiento y desarrollo económico a nivel mundial no son sólo en términos económicos sino también a nivel social y ambiental. Crisis globales como las de 1998 y 2008 nos han llevado a la reflexión sobre los efectos de la globalización y sus impactos a nivel de inequidad y pobreza.
En paralelo, acuerdos como los de Montreal y Kyoto han puesto el foco internacional en la relación entre nuestros sistemas productivos y el calentamiento global, ligando los temas ambientales a los ejes social y económico expresados en los Objetivos del Milenio, donde se hace una explicación profunda acerca de cómo los tres ejes, social, económico y ambiental, se interrelacionan.
Esto incluso ha llevado a la definición de métricas de medición expresadas a través de huellas ecológicas que reflejan la intensidad de la presión sobre los sistemas naturales, su costo a nivel de pérdida, así como la aceptación de indicadores: la huella de carbono -emisiones de gases de efecto invernadero- y hoy la huella hídrica.
En este contexto, la palabra sustentabilidad ya escapa a su definición RAE, transformándose en un concepto que encierra a muchos otros. Hoy es casi sinónimo de una forma de pensar o de una estrategia. Como contexto internacional, está siendo la fuerza conductora de los mercados en lo que a comercio se refiere; en Chile ha aterrizado de forma lenta, debido a la falta de comprensión acerca de los conceptos previos que hacen aún más difícil su incorporación, porque nos obliga a revisar en profundidad nuestros sistemas productivos, procesos que contribuyen a aumentar la presión al medio.
La sustentabilidad es una forma de pensar, una forma de estrategia sobre la cual deben basarse nuestras tomas de decisión a favor de que éstas sean un continuo para la creación de valor compartido en los tres ejes mencionados. Aun con la mente puesta en temas económicos, como productividad y reducción de costos, se han sumado los sociales, a nivel de inclusividad, igualdad de género, políticas anticorrupción y antidiscriminación. Ahora se agregan factores como la producción limpia, reducción de emisiones, eficiencia energética e hídrica.
¿Cómo diseñar entonces una estrategia de sustentabilidad, tratando de abarcar tantos factores que aparentemente parecen inconexos? El desarrollo de una estrategia en sustentabilidad parte por la planificación estratégica comprendiendo que la empresa es parte de un sistema mayor, sometido a fuerzas conductoras internacionales impuestas por los mercados de destino, pero que produce localmente en un marco regulatorio de nivel nacional. Por tanto, debe desarrollar una estrategia que sea un continuo entre dónde estamos y hasta dónde queremos llegar.
Para esto, la empresa debe comprender que su gestión tiene que ser integral y más allá de sus fronteras, donde las políticas adoptadas para tales cumplimientos se extrapolan a su cadena de abastecimiento incorporando a sus proveedores, que al final son parte del ciclo de vida de los bienes y servicios que se producen. Aquí los sistemas integrados cobran vital importancia pero no como un manual a seguir sino en la reflexión de que estamos inmersos en tres dimensiones.
La gestión de la huella de carbono nos obliga a incorporar la dimensión directa, las emisiones de combustión de combustibles fósiles consumidos por operaciones propias; la dimensión indirecta, aquella que incorpora la huella que depende de la electricidad consumida y que otro emitió; y la dimensión de terceros, los que nos prestaron un bien o servicio que es parte del bien que producimos. Esto es la integración. En este ejemplo, la empresa se sitúa como un ente que al final gestiona su cadena de suministro en un marco regulatorio local.
¿Qué es sustentabilidad entonces? El desarrollo de una estrategia donde la planificación comienza con un análisis de las fuerzas de Porter entendidas éstas como se encuentran bajo los marcos internacionales que nos rigen; en un segundo nivel una mirada interna, que nos permite entender a nuestros sistemas productivos como un conjunto de acciones interconectadas donde operaciones, recursos humanos, marketing adquisiciones, RSE, por nombrar algunas, deben apuntar al cumplimiento de la misma estrategia y finalmente, entender que este mismo sistema es un continuo con una cadena de abastecimiento acorde al ciclo de vida del bien o servicio que se produce, lo cual hace traspasar la gestión hacia toda la línea de producción.
Por tanto, el desafío es mayor, es una mezcla de estrategia y de percepción de sí mismos que no es independiente de las fuerzas conductoras internacionales, sino que más bien comienza con una reflexión profunda sobre cómo son nuestros procesos. Esta reflexión relaciona nuestras acciones hacia adentro y fuera, lo que finalmente debe romper paradigmas acerca de cómo hemos tomado nuestras decisiones y definir indicadores en el desarrollo de nuevas políticas internas, que conecten a las compañías desde lo más particular a lo más general y al mundo como un continuo, es decir un sistema en evolución y constante adaptación. Esto es lo que hace que sea sustentable en el tiempo.