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UDD en la Prensa

Partido de la Gente: militantes de la antipolítica

Raúl Opazo Fuentes
Raúl Opazo Fuentes Investigador asociado de Faro UDD

Los resultados del Partido de la Gente (PDG) en as elecciones recientes han sorprendido al mundo político. Por segunda vez consecutiva, Franco Parisi obtuvo el tercer lugar en la carrera presidencial, y el PDG se convirtió en el cuarto partido con más diputados. Sin embargo, detrás de este relativo éxito se esconde una paradoja: el método y las ideas que es han dado réditos electorales dificultan a la vez su capacidad para consolidarse legislativamente.

El PDG representa lo que el experto Paolo Gerbaudo denomina “partidos digitales” o “partidos plataforma»: organizaciones que buscan eliminar intermediarios políticos mediante medios digitales y mantienen una noción extremadamente liviana de la membresía partidaria. Son, en esencia, antipartidos nacidos de la desconfianza antipolítica. Dicen no tener ideología —aunque su página web habla de “partido socioliberal»—, rehúyen de las estructuras jerárquicas tradicionales y prometen una democracia directa digital que supuestamente resolvería los problemas de representación.

No obstante, Gerbaudo advierte que, mientras prometen horizontalidad y participación directa, estos partidos terminan creando “hiperlíderes”: figuras carismáticas que concentranun podersimbólico desproporcionado. Franco Parisi ejemplifica perfectamente este fenómeno: su programa presidencial de 2025 fue notablemente más personalista queelde 2021, eliminó cualquiermención al partido y está centrado en él comienza con un cuento de hadas mesiánico.

Ahora bien, las ventajas de la era digital no compensan los defectos de esta forma de organización. La falta de una ideología aglutinadora genera contradicciones insostenibles. Durante este periodo egislativo, Víctor Pino renunció al PDG por considerarlo de centroizquierda, mientras que Rubén Oyarzo hizo lo mismo, ¡pero porque le pareció que el partido era de derecha! Esta identidad meramente negativa —definirse más por lo que no son que por lo que son— crea un cóctel disgregador que hace imposible mantener orden interno.

El resultado fue predecible: la bancada del PDG siguió la suerte de la canción “Yo tenía diez perritos”. El partido se quedó sin diputados y, de los seis elegidos en 2021, solo Roberto Arroyo logró reelegirse, aunque por el Partido Social Cristiano. Esto no es simple transfuguismo, sino consecuencia directa de su modelo organizacional. Al igual que el Movimiento 5 Estrellas italiano —otro partido digital que colapsó en el parlamento y del cual se escindieron más de siete partidos—, el PDG demuestra que la ausencia de estructura ideológica y organizacional conduce inevitablemente a la fragmentación.

¿Será capaz el PDG de mantener ahora una bancada de diputados como promete Parisi? La plataforma partidaria y el bolsón de votos que moviliza pueden incentivar cierta unidad, pero el PDG sigue corriendo el riesgo de repetir su historia en el Congreso. En política, como en el ejército, hay formas de organización esenciales: un ejército que renuncia a la jerarquía está destinado al fracaso, igual que un partido que reniega de la cohesión de ideas y la disciplina.

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