Premio Nobel: Innovación y crecimiento económico
Ha vuelto al centro del debate político la importancia del crecimiento económico. Hoy parece obvio, pero es bueno recordar que hace unos años resonaban ideas como el decrecimiento. Que hoy exista un sorprendente consenso respecto de la importancia del crecimiento económico no es suficiente, ya que este no se decreta, no ocurre por simple voluntad. Hay buenas y malas recetas para lograr el tan anhelado crecimiento económico.
Este año, el premio Nobel de economía recayó en tres economistas: Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt. Sus aportes a la teoría económica se montan sobre el trabajo de otros gigantes como Adam Smith, Frederick A. Hayek y Joseph Schumpeter y nos permiten avanzar en el entendimiento del por qué algunos países crecen sostenidamente, mientras otros no lo logran y permanecen estancados en el subdesarrollo.
Sus trabajos nos dan luces sobre los mecanismos que favorecen que la capacidad creativa genere progreso. Las personas somos naturalmente creativas y en cualquier sociedad, existe siempre un importante número de potenciales creadores. ¿Por qué en algunos países esos creadores florecen e impactan y en otras su potencial se ve frustrado?
Aghion y Howitt destacan por el artículo escrito en 1992 (“A Model of Growth Through Creative Destruction”) en el que desarrollan un modelo matemático que explica cómo ocurre la destrucción creativa descrita anteriormente de manera más intuitiva por Schumpeter. La economía crece cuando las empresas innovan, lanzan productos mejores, y las viejas empresas o tecnologías quedan obsoletas. Este ciclo de “lo nuevo reemplaza a lo viejo” impulsa el crecimiento sostenido. El gran mérito de este modelo no fue inventar la idea de destrucción creativa, sino que traducirla en un marco analítico que permite estudiar cuándo y por qué esa fuerza realmente impulsa el crecimiento.
En términos conceptuales, su aporte fue convertir una intuición histórica en una herramienta para hacer política económica. De este modelo, se confirman y detallan algunas importantes conclusiones respecto a cuál es la institucionalidad, cuáles son las reglas que un país debe instalar y cuidar para favorecer el proceso creativo. La promoción de la competencia, la reducción de barreras de entrada, la protección del derecho de propiedad, especialmente la intelectual; la promoción de la innovación tecnológica y el emprendimiento, un mercado laboral más flexible y adaptativo, el
desarrollo de un sistema educativo de calidad; en definitiva, las políticas públicas deben promover el desarrollo de una economía basada en el conocimiento dentro de un marco institucional propio de una sociedad libre: con derechos de propiedad, movilidad social, reconocimiento al mérito, incentivos bien puestos, apertura a la competencia y protección frente a privilegios que bloqueen la destrucción creativa.
Pareciera haber un amplio consenso de que para mejorar las condiciones de todos los chilenos el país requiere retomar un camino de crecimiento, que debe basarse en permitir o favorecer que los creadores lleguen a ser innovadores que crean valor económico y social. Vale la pena repasar todo lo que ya sabemos respecto de cuáles son las reglas del juego (las instituciones) que permiten hacer la diferencia. La ciencia económica ya estableció esto con claridad, y los tres premiados han aportado un nuevo e importante grano de arena: las ideas de la sociedad libre son la receta correcta para lograr mayor prosperidad y bienestar.