La polera del delegado presidencial
Hace unos días se anunció que el ex alcalde de Independencia, Gonzalo Durán, sería el nuevo delegado presidencial de la región metropolitana. Inmediatamente, saltó al debate una fotografía suya con una polera con el dibujo del «perro matapacos» durante la campaña del Apruebo. El asunto se convirtió en tendencia en las redes sociales y desde diversos sectores condenaron la situación y solicitaron que el exjefe comunal se disculpara con Carabineros tras usar esta polémica imagen.
Situaciones como ésta se están haciendo cada vez más frecuentes, pues la tecnología disponible permite acceder con inusitada rapidez a un banco público de archivos que funcionan como una memoria permanente, indeleble y perspicaz. El cualquier momento, una información o una imagen del pasado puede convertirse en un genuino dolor de cabeza.
Más allá de la polémica, es pertinente la pregunta ¿son estas situaciones realmente noticiosas?
Si entendemos la noticia como proceso, su construcción depende de la capacidad de relacionar el dato nuevo con la información pasada. Entre ambas dimensiones o categorías temporales es donde aparece el sentido de lo transmitido en relación con la vida de los sujetos receptores por un lado y en la creación de la memoria colectiva por el otro.
Si el periodismo se ejerce teniendo presente su finalidad, entonces es un saber y un servicio que requiere una serie de procesos intelectuales y prácticos para los que se necesitan unas aptitudes y unos medios. Y en esta perspectiva, la documentación es una de las claves. O sea, para cumplir los requisitos naturales de la información periodística y a su comunicación pública apropiada, es vital disponer de una documentación adecuada como herramienta de acceso a la memoria y recurrir permanentemente a ella, ya que es un factor fundamental e imprescindible del saber periodístico.
¿Cómo crear y conservar el apropiado equilibrio entre memoria y realidad actual? ¿cuáles son las implicaciones legales y éticas que la arqueología informativa genera en el contexto de la creación de productos noticiosos?
Una respuesta aparece a partir de la función delimitadora de la actualidad. Todo mensaje debe ser imperativamente verdadero. Sin embargo, la verdad adopta diversos aspectos, conforme a los distintos tipos de mensajes simples, que se corresponden con los tres tipos metodológicos del pensar humano: la verdad lógica (en el mensaje de hechos), la verdad operativa (en el mensaje de ideas) y la verdad criteriológica (presente en el ámbito de los juicios).
O sea, la idea es mirar más allá de la verdad lógica y operativa (abundantes en la cobertura mediática actual) y centrarse en la verdad criteriológica, que se alcanza cuando los medios, desempeñando esa labor de informar, deben mirar tanto a su deber profesional como a los lineamientos éticos que le orientan en el buen desempeño de su profesión para saber cómo actuar, es decir, en su criterio valorativo.
En este sentido, el ejercicio del derecho a buscar, recibir e impartir información, parte de los derechos comunicativos, entendidos como caras poliédricas de la libertad de expresión, los medios deben discernir criteriosamente qué información debe hacerse pública en virtud de su relevancia periodística, de su relación con el hecho noticiable, de la utilidad que prestará a la audiencia y de su compromiso con la oferta de un periodismo de calidad.
La idea es mirar más allá de la verdad lógica y operativa (abundantes en la cobertura mediática actual) y centrarse en la verdad criteriológica.