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UDD en la Prensa

Crisis de natalidad

 Juan Pablo Sims
Juan Pablo Sims Investigador del Centro de Estudios de Relaciones Internacionales, Facultad de Gobierno

En 2064 podríamos presenciar un hito histórico: el primer año en siglos en el que nacen menos personas de las que fallecen. A medida que las tasas de fertilidad globales caen en picada, las consecuencias se vuelven cada vez más graves. Desde Estados Unidos hasta Corea del Sur, China e India, las naciones están lidiando con las profundas consecuencias sociales y económicas de una población que envejece rápidamente. Para Chile, las advertencias son particularmente alarmantes, exigiendo atención y acción inmediatas.

A nivel mundial, se espera que las tasas de fertilidad alcancen un promedio de 1,7 para el año 2100. Solo unas pocas islas del Pacífico y países africanos se proyecta que mantendrán tasas de reproducción por encima del nivel de reemplazo. Este cambio demográfico significa que eventualmente todas las grandes economías enfrentarán un muro demográfico severo, con profundas implicaciones para las finanzas públicas, el crecimiento económico y la estabilidad social.

Países como Corea del Sur y China ya están experimentando la presión de una población envejecida. La población de Corea del Sur ha comenzado a disminuir, y para 2036, el número de coreanos mayores de 65 años duplicará a los menores de 18 años. China también verá un cambio demográfico similar para 2040, lo que plantea desafíos significativos para sus sistemas de pensiones y salud. Incluso Estados Unidos, con su proceso de envejecimiento más gradual, enfrentará un aumento en el gasto en cuidados para ancianos, proyectado para consumir el 21% del PIB anualmente para 2050.

En el contexto de estos ejemplos internacionales, la situación de Chile parece precaria. Según el INE, la tasa de fertilidad en nuestro país se sitúa en un preocupante 1,3 hijos por mujer, muy por debajo del 2,1 necesario para evitar un envejecimiento excesivo de la población. El Registro Civil también indica una marcada disminución en las tasas de natalidad, con 2023 registrando el número más bajo de nacimientos en una década, con solo 173.920. Esta tendencia, exacerbada por la pandemia, apunta a una futura crisis demográfica si no se aborda.

La estabilidad económica y el crecimiento de Chile están en riesgo si las tendencias actuales de fertilidad continúan. A medida que la población envejece, la carga fiscal sobre pensiones y atención médica aumentará. Chile necesitará aumentar significativamente el gasto para apoyar a la población de la tercera edad, lo que podría tensar las finanzas públicas y potencialmente conducir a niveles más altos de deuda.

Además, una fuerza laboral envejecida podría obstaculizar el crecimiento económico. Chile podría enfrentar un futuro en el que el crecimiento económico se estanque, los niveles de vida dejen de mejorar y la deuda pública se dispare, reflejando las preocupaciones planteadas por los economistas con respecto a otras economías envejecidas. Culturalmente, Chile enfrenta desafíos adicionales. La tendencia a retrasar la maternidad va en aumento, con más mujeres priorizando la realización personal, la estabilidad profesional y la educación. Aunque estos desarrollos reflejan un progreso social positivo, también contribuyen a tasas de natalidad más bajas.

A pesar de la gravedad de esta inminente crisis demográfica, el tema de la disminución de la tasa de natalidad y una población envejecida no ha ganado la atención que merece en la política y el discurso público chileno. Los políticos y líderes de opinión no están dando, hablando del tema, y los medios de comunicación han pasado por alto en gran medida el problema. Este desafío demográfico debería estar a la vanguardia de las demandas y preocupaciones sociales, junto con temas urgentes como la seguridad y la economía.

Chile no puede permitirse ignorar este problema crítico. La estabilidad y prosperidad a largo plazo del país dependen de tomar medidas decisivas ahora.