El Portal Chino
El deterioro, inseguridad e informalidad presentes en el barrio Meiggs de Santiago parecen irreversibles. En el centro de este problema están los denominados “toldos azules”: comerciantes informales que copan veredas y calles de los principales barrios comerciales del país y son la punta del iceberg de mafias internacionales que venden todo tipo de productos contrabandeados e ilegales. No solo ocupan el espacio público y compiten con locatarios establecidos, también generan el ambiente propicio para el robo por sorpresa, prostitución y tráfico de drogas. La inseguridad ha escalado a frecuentes enfrentamientos a machetazos entre ellos para defender su localización, hasta la lamentable muerte de la periodista Francisca Sandoval en 2022.
En vano las autoridades municipales, regionales, el Ministerio del Interior como Carabineros han intentado una serie de procedimientos de “intervención” y “copamiento” en el barrio, pero a los pocos días, los toldos azules vuelven a brotar en el sector. Estamos ante un problema multidimensional que requiere no solo de fiscalización, control policial e inteligencia, sino además de la colaboración de todos los actores públicos y privados involucrados, de manera de atacar el problema de raíz y modificar las condiciones que permiten que florezca este tipo de comercio. Aquí aparece una disciplina poco conocida del urbanismo: “La prevención del crimen mediante el diseño ambiental” o también conocida como “Diseño de prevención situacional”, que apunta acambiar el foco de la criminalística no solo en el sujeto, sino también en el entorno y las condiciones urbanas donde se produce el delito.
Es así como luego de meses de trabajo, la Asociación de Desarrollo del Barrio Meiggs, junto a la Municipalidad, la Corporación de Desarrollo de Santiago y el apoyo de la Dirección de Servicios Externos de la UC desarrollaron un Plan Maestro de Gestión Urbana para el barrio Meiggs, con 32 iniciativas para revitalizarlo. El Plan contempla cinco ejes: mejorar el orden urbano, mejorar la coordinación institucional, facilitar la co-acción entre privados, mejorar la imagen visual y perceptual, y mejorar la diversidad de usos de suelo, oferta y visitantes.
Entre los proyectos detonantes destacan la recuperación del ex edificio de Correos de Chile como nueva sede corporativa de EFE, las obras de la nueva Alameda-Providencia y el más llamativo de todos: el rediseño del espacio público, kioscos e instalación de un portal monumental de diseño oriental en calle San Alfonso, que pasará a denominarse “Barrio Chino”. Más allá de una acción cosmética o pintoresca, el proyecto Barrio Chino también considera medidas de intervención estructurales, como la instalación de muros y barreras de hormigón que impidan el despliegue de los toldos azules, así como una coordinada acción entre locatarios y autoridades para reconquistar el lugar. El portal y sus esculturas, con una inversión total de 170 millones de pesos fueron aporte de la comunidad china del sector, dando cuenta de su compromiso con el plan.
Es de esperar que esta iniciativa logre recuperar al nuevo barrio chino, promoviendo la vigilancia natural, fomentando el control de accesos y reforzando su identidad; para así replicarla, diseñar, gestionar y mantener un espacio público más seguro en tantos barrios comerciales y multiculturales de nuestro país que hoy sufren el flagelo de los “toldos azules.”