2024: ¿Más elecciones?
Ninguna duda cabe de la gran batería de procesos electorales que Chile ha vivido. De manera ininterrumpida, los ciudadanos hemos sido convocados –al menos– anualmente desde 2020 a emitir nuestra preferencia democrática en plebiscitos, elecciones nacionales, regionales y locales.
Además, en solo cinco años, hemos visto cambios significativos en las reglas electorales. Así, este 2024 comienza con la tensión latente de los comicios a gobernador, consejeros regionales, alcaldes y concejales. En redes sociales ya se puede respirar un ambiente de precampaña que fuerza a partidos y liderazgos locales a tomar definiciones, sumado a decenas de analistas que especulan sobre posibles alianzas, rencillas y posibilidades de reelección o cambio.
En medio de ese entorno, el ciudadano parece navegar cada vez con mayor fuerza por un escenario volátil e incierto ¿Otra elección más?, es el comentario que comúnmente se declara en mesas y reuniones. La cuestión es, entonces, cómo podemos analizar las hipótesis que se han instalado. ¿Somos un ejemplo más del péndulo electoral que algunos creen ocurre? ¿Cómo afectan estas tendencias nuestras decisiones electorales?
Desde Faro UDD intentamos dar una aproximación a dichas interrogantes en la edición especial del Boletín Regional post plebiscito. Una radiografía a los patrones electorales agregados del Biobío que deja valiosas enseñanzas y puntos a considerar de cara a lo que serán las primarias del primer semestre y la elección del próximo 27 de octubre.
En primer lugar, la región ha mostrado tendencias particulares. En ese sentido, el río Bío Bío –división que en otras épocas de nuestra historia se convirtió en la barrera natural del Chile colonial– hoy se transforma en lo que parece ser una verdadera división electoral entre diferentes visiones ideológicas. Por ejemplo, al norte del Biobío, los patrones electorales se asemejan a los de Valparaíso – Viña del Mar, mientras que, al sur, encontramos una tendencia política claramente diferente, como lo demostró la elección de 2022.
Una segunda arista debe considerar la división urbana-rural. Los polos con mayor población que vive en ciudades han mostrado conductas distintas a las comunidades rurales de la región. Si bien este fenómeno se replica a nivel nacional, la diferencia entre comunas de la región es significativamente mayor que en otras zonas del país.
Pareciese entonces que las preocupaciones, desafíos y temáticas de política pública que existen en territorios cercanos a los centros de poder regional son muy distintas a las que existen en comunas alejadas.
Adicionalmente, el rol de ciertos grupos será más relevante que nunca. A diferencia de otros sectores de Chile, la movilización de grupos afines a una determinada religión o sector productivo se transformarán en herramientas que los próximos candidatos deberán pensar con cuidado y prudencia. En una región tan diversa como la que nos rodea, la movilización en torno a ciertas identidades puede influir significativamente en el porcentaje de votos, determinando el triunfo o derrota de candidatos y pactos políticos.
Con esas expresiones de declaración electoral que los habitantes de la región han expresado una y otra vez en los últimos años, políticos y estrategas piensan su próximo paso. Mientras tanto temáticas como la seguridad, el crecimiento económico, la salud y la probidad en la gestión de los recursos de los contribuyentes serán el condimento perfecto para una elección llena de incertidumbre, pero también plagada de competencia por asientos vacíos – tales como la comuna de Concepción – y otros tantos en los que incumbentes ven riesgo en su posibilidad de reelección. En definitiva, las elecciones de 2024 se aproximan con más preguntas que respuestas: ¿será el voto obligatorio la clave de los resultados?, ¿será un factor determinante sobre los resultados o veremos, por ejemplo, un aumento en votos nulos y blancos?