Sabor a nada
No obstante los numerosos reparos técnicos que hubo al proyecto de reforma del sistema previsional, el gobierno, reticente a incorporar los cambios que se estaban demandando e insistiendo en un cambio refundacional, necesitaba un triunfo político logrando la aprobación de la idea de legislar, y finalmente lo logró. Pero el costo que debió pagar fue altísimo.
En los tramos finales de la carrera, su propio proyecto comenzó a desdibujarse luego de los compromisos asumidos para obtener los votos que faltaban, y luego del rechazo de aspectos fundamentales en la votación en particular, la verdad es que la iniciativa quedó sin ninguna fisonomía. No solo se rechazó la idea de distribuir la cotización adicional en «3+3», sino que la propia tasa del 6% como tal no fue aprobada, y a ello habría que agregar el rechazo a la creación del Fondo Integrado de Pensiones (componente de «reparto» del sistema que se proponía), de una entidad estatal para administrar las inversiones y de un administrador previsional único para proveer los servicios de recaudación, pago de beneficios y otras actividades de soporte. Es decir, el proyecto inicial quedó vacío de sus componentes fundamentales, con lo cual la iniciativa legal que finalmente se aprobó y que iniciará su tramitación en el Senado no tiene sabor a nada.
No obstante la derrota que esto significa para el gobierno, desde la perspectiva de lo que los chilenos aspiran en materia previsional lo acontecido abre una ventana de oportunidad para avanzar en lo que realmente interesa: mejorar las pensiones de los actuales y de los futuros jubilados.
El punto de partida en esto debe ser llegar a un acuerdo respecto de la tasa de reemplazo que se quiere alcanzar, cualquiera sea la forma como se la defina. En lo referido a las pensiones actuales, son los mecanismos solidarios los llamados a hacerse cargo del problema, y para que la solución sea justa el esfuerzo debe recaer en todos los contribuyentes, y no solamente en los trabajadores cotizantes, como estaba contemplado en el proyecto rechazado. Respecto de las jubilaciones futuras, la única manera sostenible de mejorar las pensiones radica en aumentar el ahorro previsional, y por tanto lo fundamental es que la totalidad de la cotización adicional que se establezca tenga como destino final las cuentas individuales de los trabajadores. Todo esto, reforzando los incentivos a la formalización laboral -clave para lograr una densidad de ahorro suficiente- y permitiendo que los ahorros se canalicen a través del mercado de capitales en un contexto que permita mejorar la rentabilidad de las inversiones, bajo un marco de competencia efectiva, con libertad de elección para los afiliados, y sin ninguna ventaja para un eventual operador estatal.
Técnicamente lo anterior es plenamente factible; cabe esperar que en el Senado prevalezca la madurez política para avanzar en esta dirección.