La ética en el deporte
Durante estas semanas de legítima alegría para todos, el deporte nos ha mostrado lo mucho que tiene que decir a la sociedad que estamos construyendo.
Escribo esta columna al término de la principal fiesta deportiva del país. Aunque parezca obvio, el deporte practicado de manera correcta, siguiendo los reglamentos propios de cada disciplina, enseña valores, tales como el trabajo en equipo, el juego limpio, la responsabilidad, el superar la adversidad, entre muchos otros. Éstos, como lo hemos visto en la asistencia masiva a los recintos deportivos, logran traspasarse, aunque sea de manera momentánea, a la sociedad.
Hemos sentido legítimo orgullo y emoción al escuchar el himno nacional, coreado con tanto respeto por deportistas y público. A su vez, los asistentes, de distintas edades y lugar de origen, han estado a la altura de la fiesta; han sido respetuosos con el adversario, han cuidado las instalaciones y agradecido el apoyo de tantos miles de voluntarios que han colaborado en las distintas etapas del proceso.
Desde mi mirada particular, quisiera hacer un “zoom” a ciertos hechos que me parecen aún más relevantes que el número de medallas conseguidas o las marcas logradas en estos juegos. En primer lugar, cabe destacar el valor que se le asignó, desde el primer día, a las personas de mayor edad. Un ejemplo de esto es Lucy López, exatleta de 93 años, encendiendo la antorcha olímpica; ella fue la primera chilena en obtener una medalla en los Panamericanos de 1951 y formó a muchas generaciones de atletas en el colegio Villa María. Ejemplo también de lo que pueden aportar las y los atletas mayores fue la participación de Tania Zeng, tenimesista china nacionalizada chilena, quien es la atleta más longeva en tener una medalla en estos juegos. Mención aparte es Pedro Carcuro, quien a sus 78 años sigue transmitiendo con pasión estos encuentros.
En segundo lugar, cabe señalar la historia de esfuerzo, a veces heroico, que hay detrás de muchos de estos deportistas. Mencionaré sólo dos. Hugo Catrileo, medallista de plata en la maratón, de origen mapuche y de Nueva Imperial, es un ejemplo de esfuerzo y superación, pero también de una sana ambición de querer ser deportista. Conmueve también la historia de Santiago Ford, de origen cubano y medallista de oro en decatlón, quien quiso terminar su carrera caminando, en recuerdo de la travesía a pie que hizo para llegar a nuestro país. Dijo Ford en una reciente entrevista a Olympics.com: “Mi mente fue atrás, fue al pasado, cuando yo estaba cruzando el desierto, caminando a las dos o tres de la mañana«. Ambos ganaron medallas, y también el reconocimiento y admiración de todo un país.
Lucas Nervi, medalla de oro en lanzamiento del disco, con su natural sencillez y alegría, criticó al sistema de becas deportivas, puesto que para mantener el beneficio, los atletas deben acelerar la recuperación de sus lesiones, poniendo en riesgo el restablecimiento de la salud. En estos casos, aunque se entiende la lógica de las becas Proddar, no se está considerando al individuo como un fin en sí mismo; falta más ética del cuidado puesta al servicio de estos deportistas de excelencia.
Un tema controvertido, y del cual se seguirá hablando después del término de estos juegos, es la decisión de Christiane Endler y de otras jugadoras de la roja femenina, de volver a Europa. El “deber ser” y el cumplir con la palabra empeñada (los clubes les dieron permiso hasta el 31 de octubre, puesto que después continuaba el campeonato europeo), reflejan el valor de la palabra empeñada, lo que es bien propio de la ética kantiana.
Finalmente, está el oro de Martina Weil. Es cierto que tiene una genética que la favorece y también estuvo expuesta de niña a lo que es ser atleta de alto rendimiento, pero refleja decisiones personales, esfuerzo, perseverancia y renuncia a otros distractores propios de la juventud. Sólo así es posible que “los buenos genes rindan”, tal como lo señaló Catrileo en una reciente entrevista al diario El País: “Yo no nací en cuna de oro, como muchos otros deportistas, pero a veces se minimiza mucho el esfuerzo que hace una persona que sí tiene los medios, porque hay quienes aun teniéndolo todo se esfuerzan y eso es admirable también. Porque una cosa es tener la oportunidad y otra cosa es aprovecharla”.
También es un tema ético el comentario de cierto periodista, quien en off se atrevió a denigrar los méritos deportivos de Isidora Jiménez, quien pocos días después, junto al resto de las atletas, lograron la plata en la posta 4×100. Tal como se dijo por los medios, estos comentarios faltaron a la ética y la educación periodística.
Espero que las diversas enseñanzas que nos dejan estos Juegos, además de la maravillosa infraestructura, nos animen a hacer propios los valores éticos del deporte.