El hábitat de la lectura
La lectura es la actividad que resulta particularmente autónoma, un pequeño espacio de libertad para el lector, un proceso mental y visual, una interacción entre la persona y el texto.
La relación entre la actividad de lectura y el espacio abarca diversas escalas de interpretación y para ser comprendida la manera en que ambos campos; lectura y espacio; se condicionan mutuamente, debe ser analizada desde los diversos elementos que la componen: la lectura como actividad individual, las relaciones entre uso y organización del espacio, y la modificación que han experimentado los soportes de la información escrita.
Un momento de lectura puede ser compatible con muchas actividades cotidianas. Es así que leemos mientras nos trasladamos en el transporte urbano, cuando esperamos que termine el programa de la lavadora, en la sala de espera del dentista, y en muchos otros lugares. De esa misma manera, mientras leemos escuchamos música, bebemos un café o tomamos el sol. Leer se puede dar en diferentes espacios.
Los criterios de diseño de espacios concebidos específicamente para la lectura están determinados por la no interferencia de la actividad. De este modo, su diseño se centra en un espacio neutro acondicionado con características concretas como lo son; luz suave y homogénea, un adecuado aislamiento térmico y acústico, además del silencio controlado.
Todas estas condiciones, con un aislamiento o superficie que aporte un elemento ergonómico y de comodidad al lector, son imprescindibles al momento de diseñar un espacio para la lectura. Estos espacios pueden ser espacios formales como las bibliotecas, o espacios informales de lectura, por ejemplo, dentro del hogar, que son espacios paulatinamente apropiados por los usuarios para la actividad de la lectura.