El ChatGPT y las decisiones éticas
La deliberación ética es un proceso humano complejo que implica la reflexión crítica sobre cuestiones morales y valores por lo que no es reemplazable por inteligencia artificial.
El período estival es propicio para conocer a nuevas personas. Luego de los saludos de rigor, casi inevitablemente preguntan “y tú, ¿qué eres?” Es evidente que no se refieren a las preferencias políticas ni a la opción sexual, sino que, a la profesión, como si el oficio definiera lo que uno es. Cuando les digo que soy médico cirujano (médica, si mi interlocutor es joven), veo que me miran con renovado interés, el que a veces desaparece cuando contesto la siguiente pregunta “¿qué especialidad tienes?”
Luego de un pequeño rodeo, en el cual resumo mi vida académica, les digo que me dedico a la bioética, que hago docencia e investigación en esta área. “¿Bio qué”? Al ver la cara de perplejidad con que me miran, intento una explicación. Les digo que la bioética es aquella rama de la ética que intenta resolver los desafíos que experimenta el ser humano cuando tiene que tomar decisiones morales respecto de la vida que le rodea, ya sea vida humana, vida animal o la misma naturaleza. Pero que yo me dedico a temas relacionados con la ética clínica y a la experimentación con seres humanos.
A principios de febrero coincidí en una larga mesa donde había profesionales y estudiantes de distintas carreras de la salud. Me hicieron una pregunta que me dejó pensando buena parte de las vacaciones: “¿cómo sabes que tus estudiantes realmente aprenden lo que pretendes enseñar?” No es una pregunta trivial, porque en mi fuero interno sé que un examen de conocimientos teóricos, por bien diseñado que esté, no determina si la persona ha hecho suyos esos aprendizajes en valores que pretendemos inculcarles.
Algunos agregaron que el profesional médico no siempre da un buen ejemplo respecto de conductas éticas (me mencionan el tema de las licencias falsas, de la prescripción de medicamentos de alto costo sin mayor utilidad clínica, de cirugías innecesarias, de incumplimiento de los horarios contratados en el sistema público) y, con cierta ironía, agregan “y todos ellos tuvieron clases de ética”. Además, me comentan, ya se sabe que los programas de inteligencia artificial (IA) son capaces de rendir de manera satisfactoria los exámenes de egreso de medicina, tanto en Estados Unidos como en España, “así es que el día de mañana, ni médicos serán necesarios para cuidar a la persona enferma”. Es precisamente en ese espacio íntimo del cuidado del que padece una dolencia, donde creo que los médicos somos todavía necesarios.
Cuando le pregunté al ChatGPT si acaso creía que podía reemplazarnos en tomar decisiones éticas, ésta fue su respuesta: “No, el ChatGPT no puede reemplazar la deliberación ética. La deliberación ética es un proceso humano complejo que implica la reflexión crítica sobre cuestiones morales y valores, la consideración de diversos puntos de vista y la evaluación de las posibles implicaciones de las decisiones éticas. Aunque el ChatGPT puede proporcionar información y conocimientos útiles sobre cuestiones éticas, su capacidad para comprender completamente los contextos y las sutilezas éticas puede ser limitada. Además, el ChatGPT no tiene la capacidad de tomar decisiones éticas de manera autónoma, ya que carece de una conciencia ética propia”.
Por ahora, seguiremos esperanzados que la educación en bioética sí tiene sentido puesto que es fundamental “para formar a los estudiantes de medicina en valores y principios éticos necesarios para una atención médica de calidad, la toma de decisiones informadas y la realización de investigaciones biomédicas éticas”