Capa por capa
El valor de una ciudad se plasma en la imagen, recuerdo o memoria que generamos cada uno de nosotros. Sentirse ciudadano de un lugar implica sentirse parte de algo común, de una identidad desde atributos y cualidades que caracterizan, aún más cuando estamos lejos. La identidades aquello que nos agrupa y define, algo tangible que supone y permite un recuerdo, práctica o experiencia.
Concepción ha cambiado desde aquello que recuerdo y que quizás otros tantos recuerdan al estar lejos.
Luego de tres años del estallido y la revolución social que provocó serios daños en el espacio público de la ciudad, fachadas, veredas y patrimonio, me pregunto: ¿será normal que normalicemos el hecho de vernos y mantenernos cubiertos por una cortina metálica? ¿Será que hemos naturalizado el ver nuestra ciudad bloqueada, además de rayada y descuidada? Cuando hablo de “nuestra”, hago hincapié en que la ciudad nos pertenece a todos, hago hincapié en que la ciudad es parte del patrimonio de todos.
Concepción es reconocida por el carácter moderno en su arquitectura. Así como ciertos inmuebles son considerados y catalogados de valor, también lo son aquellos elementos que, desprovistos de protección, son objetos de vandalismo innecesario. Capas y capas de pintura en un afán de solución a un problema que siempre encuentra un límite, limite que no tolera más manos disponibles.
Nos acostumbramos entonces a que los rayados sean parte de nuestro entorno, de lo diario, a que queden ahí por años, a lamentarnos y finalmente dejar de verlos. Una catedral tras las rejas, una torre quemada, manchones en muros in: tentando desaparecer, una sensación vívida de abandono, una nueva experiencia al recorrer que difiere de los recuerdos.
Cada vez que visito mi querido Concepción lo observo, atenta. Una renovada Plaza de la Independencia, valiente y apuesta de gran esfuerzo técnico y económico para la mejora de la belleza de sus componentes, desilusiona a cualquiera cuando al despertar vemos que nuevamente ha sido marcada recibiendo así una capa más. Quizás resulta más fácil encerrarnos tras una cortina que resguarda y que además ofrece un nuevo lienzo para este nuevo oficio. Quizás es más fácil olvidarnos de esas fachadas de interés. Lo que no podemos olvidar es que como ciudad tenemos un patrimonio valioso que debiéramos entre todos recodar, re- conocer y proteger.