Muchas ciudades han logrado revertir procesos de fractura
Lo primero que debemos entender es que la situación de deterioro, abandono y violencia que viven el centro de Santiago, Valparaíso, Antofagasta y otras ciudades del país después del estallido de 2019 es algo reversible si las autoridades demuestran el coraje y determinación para hacerlo. Ver cómo se instaló la violencia urbana, no solo del entorno físico, sino también de la convivencia, es algo que requiere una condena transversal, y muchos que celebraron el estallido temen hacerlo.
El nivel de violencia que refleja la actitud de las personas cuando el entorno es abandonado es lamentable. Hay una sensación de inseguridad, de efervescencia y desconfianza que se enmarca no solo en lo físico, sino también en la vida cívica que está tremendamente fracturada. La solución no pasa por pintar las fachadas, que volverán a ser rayadas; desplegar más carabineros o pretender dialogar con los grupos antisociales que copan estos espacios. Hay que reconquistarlos para la gente, regenerar vida en la ciudad. Que las personas no tengan miedo de caminar o vivir en el centro.
Muchas ciudades han logrado revertir procesos de fractura, violencia y destrucción desde conflictos y espacios simbólicos más complejos o agonistas que plaza Baquedano. Barcelona inició el proceso de reconstrucción de la identidad catalana luego de la dictadura de Franco por medio de un proceso de “acupuntura urbana” e inversión en la recuperación de los espacios públicos más emblemáticos de cada barrio en paralelo con una campaña de reencantamiento cívico bajo el eslogan “Barcelona, ponte Bella”.
Erradicar la violencia y recuperar la ciudad, con sus espacios simbólicos como plaza Baquedano, la Alameda y los colegios emblemáticos es un imperativo.
Como soluciones, propongo: Primero, aplicar inteligencia y erradicar a los violentistas que todos los viernes se toman estos espacios; no soy experto en seguridad, pero son cada vez menos y ya no cuentan con apoyo ciudadano. Segundo: seguir avanzando en el proyecto Nueva Alameda-Providencia en el tramo poniente, desde Las Rejas-Pajaritos hasta Estación Central, con una inversión importante en la recuperación del espacio público.
En paralelo, reconstruir plaza Baquedano, a partir del proyecto ganador del concurso del 2014 de los arquitectos Lyon, Bosch y Martic, el cual fue adaptado posestallido por sus autores e incluye espacios de conmemoración y hasta un eventual memorial de octubre de 2019. Junto con ello, avanzar en el nuevo proyecto del gobierno regional de una ciclovía por la Alameda. Finalmente, activar estos espacios con eventos culturales y comunitarios que desplacen a los antisistémicos. Imagino eventos de donación masiva de libros para recuperar los cafés literarios de Providencia, o intervenciones de teatro urbano como la “Pequeña Gigante” que acompañen las acciones físicas de reconstrucción y recuperación.