Presidencialismo a la chilena
A propósito de la discusión del proyecto de nueva Constitución se ha abierto el debate sobre la forma de organizar el gobierno, así, del presidencialismo actual algunos plantean atenuarlo y otros que avance hacia un semipresidencialismo tipo francés o incluso un sistema parlamentario.
Vemos que la forma de gobierno está vinculada a la historia y cultura política de un país, eso explica las monarquías parlamentarias de España o el Reino Unido, donde la figura del Rey o Reina, jefe de Estado, convive con un Presidente o Primer Ministro elegido por el Congreso, o el parlamentarismo italiano o el alemán que hacen convivir a un Presidente y a un Primer Ministro que lidera el Poder Ejecutivo.
En Chile la forma de gobierno presidencial está profundamente conectada también con nuestra cultura e historia política, salvo el parlamentarismo impropio que rigió entre 1891 y 1925. La figura del Presidente elegido por votación directa de los ciudadanos, le da una legitimidad y conexión muy fuerte, además de un mandato claro respecto del desarrollo de las políticas públicas y la consecuente responsabilidad política por los éxitos o fracasos. Que el Presidente sea elegido directamente por el pueblo le da una autonomía e independencia frente a los partidos y especialmente frente a los parlamentarios.
El presidencialismo ayuda a mantener con mayor claridad la separación de poderes, entre el Ejecutivo y el Legislativo, generando contrapesos y equilibrios necesarios en el ejercicio del poder, ya que la legitimidad otorgada a cada uno es diferente y propia de su elección separada. Así las mayorías no necesariamente coinciden en materia parlamentaria y presidencial, lo que ha ocurrido en las dos últimas elecciones, en que tanto el Presidente Piñera como el presidente electo, a pesar de contundentes triunfos en segunda vuelta, no tendrán mayoría en el Congreso. Así, se ven forzados a alcanzar acuerdos con la oposición parlamentaria como única manera de avanzar en materia legislativa.
Este presidencialismo de minoría, como se ha llamado, ha obligado en la práctica a atenuar el uso de las facultades presidenciales en pos de un mayor acuerdo.
Pero nada impide que un Presidente cuente con mayoría parlamentaria, solo depende de la voluntad popular expresada en los votos. Por ejemplo, la Presidenta Bachelet tuvo un amplio triunfo en segunda vuelta, y alcanzó importantes mayorías tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, aunque en esa oportunidad aún no regía el sistema proporcional D´Hondt que ha fragmentado y polarizado el Congreso en pequeños partidos y grupos haciendo cada vez más difícil la construcción de mayorías.
La figura presidencial está profundamente arraigada en nuestra cultura, porque obedece al modelo de relación directa entre el Presidente y sus electores. No solo el ex Presidente Lagos tuvo que escuchar al pueblo luego de no alcanzar la mayoría en primera vuelta, así también vale la pena suponer que el gran cambio entre el candidato Boric de primera vuelta y el de segunda tuvo que ver con la necesidad de alcanzar una mayoría ciudadana, ¿podríamos suponer que habría moderado de igual forma su mensaje y propuestas de necesitar solo los votos de los parlamentarios o de los partidos?, o quizás sea solo parte de este presidencialismo a la chilena.