Señor director:

El lunes 14 de junio la Comisión Mixta rechazó el proyecto de Kínder Obligatorio. Esta decisión atenta directamente contra el desarrollo y aprendizaje de los niños y niñas de nuestro país, revelando una decisión que ignora el aporte que hace la investigación al respecto. La evidencia señala que existen brechas de aprendizaje según nivel socioeconómico en la población escolar de nuestro país, las que se observan desde los primeros años, y que estas diferencias van en aumento con el avance de la escolaridad formal. El contexto de pandemia probablemente ha magnificado estas diferencias, porque esta crisis sanitaria afecta de manera diferenciada por el nivel socioeconómico (Banco Mundial, 2020), es decir, quienes más se perjudican son los niños y niñas que viven en sectores más desfavorecidos y vulnerables de nuestro país.

El kínder obligatorio no es sinónimo de escolarización. Argumentar esto implica desconocer que la educación parvularia tiene una identidad y políticas propias, en que el juego es un principio básico, que caracteriza los aprendizajes en este segmento educativo. Además, da señales de ignorar la abundante literatura que afirma la importancia de los seis primeros años de vida para el desarrollo del ser humano.

La obligatoriedad de este segmento educativo daría una señal de confianza en las políticas públicas promulgadas los últimos años en torno al nivel, que tienen a la base el situar al niño como sujeto de derecho, promoviendo una educación de calidad en la educación parvularia.