Pasando la tormenta
Decir que el último año ha sido difícil para empresas y trabajadores no es novedad. Lo que sí puede ser novedad es qué ha marcado la diferencia entre aquellas que han respondido mejor, y saber cómo utilizar estos aprendizajes para enfrentar lo que parece ser un segundo año de pandemia.
Estudios recientes muestran tres aspectos comunes entre empresas que mejor respondieron a la pandemia: consistencia con sus valores, gestión de incertidumbre y experimentación, y adaptación digital.
Primero, lo líderes que respondieron mejor a la pandemia tomaron decisiones consistentes con los valores y misión de la empresa, independiente de qué tan feo se les haya puesto el panorama. ¿Por qué esto es relevante? Porque las dificultades ponen a prueba la fortaleza de los valores y buenas intenciones. Aquí es cuando la consistencia de los líderes aumenta la seguridad sicológica en colaboradores aumenta la confianza mutua, y están dispuestos a hacer sacrificios en conjunto.
Un segundo aspecto común es que las empresas que respondieron mejor tenían modelos de gestión de incertidumbre, experimentación y manejo de fallas.
Todos podemos recordar los primeros meses del 2020, y cómo los planes que se tenían a 1, 2 o más años se vieron cambiados por planes de 1 a 2 semanas. Este tipo de contextos altamente cambiantes son similares a los enfrentados por equipos de innovación. Las capacidades para gestionarse bien en riesgo e incertidumbre fueron de gran utilidad en tiempos de pandemia, permitiendo generar y evaluar escenarios, realizar pilotos a escala y controlados para poner a prueba alternativas y descubrir qué podría resultar mejor, antes de tomar decisiones irreversibles.
En conjunto a lo anterior, empresas con niveles mínimos de intensidad y sofisticación en transformación digital respondieron mucho mejor a la llegada de la pandemia.
La eficacia de las herramientas digitales para enfrentar este año ha quedado más que en evidencia. Sin embargo, la diferencia entre las empresas que enfrentaron la pandemia con este tema resuelto y aquellas que se vieron forzadas a hacerlo va más allá de lo digital.
Distintos estudios muestran que, dependiendo de la industria, la tasa de fracaso en esfuerzos de transformación digital alcanzó entre 70%-90% desde 2018. La razón principal de estos fracasos no se debe a temas tecnológicos sino, como indica un estudio reciente en Europa, a que menos del 25% de los problemas en transformación digital tiene que ver con tecnología.
Haber tenido tiempo realizar los cambios más lentos -cultura, capacidades, alineación entre unidades, gestión de incertidumbre, modelos de negocio- fue un diferenciador importante en quienes respondieron mejor.
Ser consistente con los valores y misión de la organización en momentos difíciles es clave para generar compromiso y seguridad sicológica mínimos que permitan experimentar y gestionar la incertidumbre y la falla. Junto a lo anterior, potenciar los activos intangibles que sustentan transformación digital permite crear las condiciones necesarias para pasar la tormenta, y crear valor social y económico a partir de ellas.