¿Confusión con la elección de una carrera?
Miles de estudiantes están prontos a recibir los puntajes que obtuvieron en las pruebas para el ingreso a la educación superior. Con seguridad, un grupo importante de ellos tendrá un puntaje cercano a sus expectativas, pero a otros, el puntaje los dejará sorprendidos ya sea porque estuvo muy por encima o muy por debajo de lo que esperaban alcanzar.
Esto es así y seguirá siendo así, independientemente de la prueba que se aplique en años próximos, debido a que los puntajes pueden ser el resultado de distintos factores como son la preparación previa, las condiciones en que se terminó la educación secundaria, el nivel de dominio de los contenidos, las inseguridades vocacionales o el nivel de estrés en el momento de rendir la evaluación. Por lo tanto, no es recomendable solo asociar la elección al puntaje.
Ya con puntaje en mano, el proceso de la postulación puede ser un verdadero dolor de cabeza para quienes se sienten confundidos respecto a qué carrera elegir. Acá van algunas ideas de cómo resolver ese problema. Lo primero es pensar en trabajos en los que les gustaría realizar, viendo que esos trabajos pueden ser desplegados por diferentes profesionales dentro de un área. Así, se abren posibilidades y no se cae en la “única” opción.
Segundo, buscar un grupo de carreras que se ajusten al estilo de vida que se espera tener y a las características personales, porque si la forma de ser de cada estudiante y sus metas para la vida no tienen puntos de encuentro con lo que se visualiza que implica una carrera, es muy probable que aparezcan problemas vocacionales en el corto o largo plazo y que suelen tener altos costos de todo tipo.
Tercero, discutan sobre sus dudas con personas que puedan ayudarlos a clarificarse. En este ámbito, las figuras significativas como padres o el resto de la familia pueden ser de mucha ayuda, así como el tratar de hablar con profesionales del área que les interesa.
Cuarto, hagan una lista de los puntos a favor y en contra que para cada uno tiene el grupo de carreras que figuran en la órbita de las opciones que se están barajando, explorando, por ejemplo, los portales de empleo para ver qué tipo de competencias profesionales se están requiriendo.
Finalmente, consideren la posibilidad de que ninguna decisión es ciento por ciento segura, que siempre hay mucho de azar en la vida y que puede haber otras opciones, como son el esperar un año, dar las pruebas de selección nuevamente o ingresar a la carrera que más se acerca a lo que se espera para sí mismo y no a una “ideal”.
Obviamente, ese tipo de análisis debe considerar las circunstancias familiares, de financiamiento y expectativas que se manejan y que son muy diferentes para cada estudiante.
La invitación es a abrirse alternativas, a explorar diferentes proyectos para sí mismo y a aceptar que las incertezas, dudas y confusiones en la ruta de la vida, es una parte ineludible del paso a la adultez. Porque claro, se está eligiendo una carrera, pero no es la única y definitiva decisión que armará el futuro de cada persona.