Hero Image

UDD en la Prensa

La pandemia deja sin usuarios a la “Clínica del Fin de la Vida”

Javiera Bellolio Secretaria Ejecutiva Comité de Bioética de la Investigación

Al igual que en otros países europeos, los Países Bajos sufren el embate de la segunda ola de SARS-CoV-2. Al 23 de octubre 2020, el exceso de mortalidad entre marzo y finales de junio era del orden de casi 4.000 muertes, según los certificados de defunción completados por médicos neerlandeses. En su primera ola, la pandemia habría provocado la muerte de un total de 10.067 personas, un 60 % de las cuales vivían en residencias, la gran mayoría ancianos. De las 1.150 camas UCI que tenían oficialmente los Países Bajos, 463 estaban ocupadas con pacientes con Covid-19 y otras 460 por enfermos con otras patologías. A la fecha, el número de muertes reportadas ascienden a 10.720 y esta segunda ola superará significativamente la mortalidad de la primera.

En esta situación de calamidad sanitaria, una noticia que ha pasado desapercibida para la prensa internacional fue el cierre (temporal) de la “Clínica del Fin de la Vida”. Esta clínica (Levenseindekliniek) se creó en Holanda, país precursor en despenalizar la eutanasia, el año 2012, y fue la primera a nivel mundial dedicada a practicar eutanasias a domicilio, cuyo requisito principal es que la solicitud de eutanasia del interesado, haya sido rechazada en primera instancia. En 2018, se mencionó que, por primera vez en la existencia de la Clínica del Fin de la Vida, el número de solicitudes de atención se había “estabilizado”. Con 200 a 230 solicitudes de ayuda por mes, aparentemente se había alcanzado el “nivel que necesitaban para desplegar la Clínica del Fin de la Vida”. En septiembre de 2019 cambió su nombre por el de “Centro Experto en Eutanasia” (Expertisecentrum Euthanasie).

Pese a que algunos de sus médicos han sido cuestionados por efectuar eutanasias en casos “atípicos”, que han provocado debates y denuncias a la justicia, la Clínica ha expandido su capacidad de atención y cuenta con una red regional de 140 médicos y enfermeras. Abreviando el procedimiento burocrático que motiva una solicitud de eutanasia, sus servicios posibilitan acortar significativamente el tiempo de espera del interesado o de sus familiares. Al respecto, es importante aclarar que los médicos holandeses no están obligados a responder afirmativamente una solicitud de eutanasia y muchos de ellos se niegan a realizarla, aunque ella cumpla con todos los requisitos legales. Solamente un médico puede realizar este procedimiento, pero no todos han querido capacitarse para ello. Por lo mismo, otra de las misiones del Expertisecentrum Euthanasie es compartir con el cuerpo médico la experiencia que ha acumulado en los últimos años, ofreciendo asesoramiento o apoyo para solicitudes de eutanasia, capacitación o un curso de actualización. Para los pacientes que no pueden recibir ayuda de su propio médico, especialmente si se trata de una solicitud más compleja, el Expertisecentrum Euthanasie funciona como una red de seguridad.

Hasta hace muy poco, en un escueto comunicado, el Centro señalaba que la crisis del coronavirus había afectado su trabajo y declaraba: “En interés de la salud pública, nuestros pacientes, sus acompañantes y empleados, el Expertisecentrum Euthanasie, ya no es responsable de continuar con nuestra atención. Temporalmente no procesaremos nuevas solicitudes. Confiamos en su comprensión y le pedimos que envíe su solicitud en una fecha posterior. Se le mantendrá informado de los desarrollos a través de nuestro sitio web”.

El nuevo aviso señala que: “Debido a la crisis del coronavirus, el centro de expertos tiene una capacidad limitada y los pacientes deben tener en cuenta un tiempo de espera más largo. Este tiempo de espera no se puede predecir exactamente en términos de duración. Hacemos lo que podemos por cada paciente”.

Tomando en consideración que el año 2019, las RTEs (Comisiones Regionales para la Comprobación de la Eutanasia en los Países Bajos) recibieron 6.361 notificaciones de eutanasia (solo se notifica el 80% de estas), equivalentes al 4.2% del número total de personas que murieron ese año en Holanda, cabe preguntarse si este 2020, el motivo que llevó al Expertisecentrum Euthanasie a cerrar sus puertas tiene que ver no solo con los aspectos sanitarios, sino también debido a que se quedaron sin usuarios, ya que, tal como señalábamos al comienzo, en la primera ola, la pandemia habría provocado la muerte de 10.067 personas, de las cuales alrededor de 6.000 personas eran ancianos, una cifra similar a la reportada el año 2019 a las RTEs, donde las solicitudes por eutanasia del grupo etáreo mayor a los 50 años fueron 6.138.

Si pensamos que los Países Bajos están atravesando por una segunda ola, peor que la primera, el Expertisecentrum Euthanasie, de continuar sin usuarioso con menos de los necesarios para su debido funcionamiento, ¿tendrá que cerrar sus puertas nuevamente?, ¿o saldrá a reclutar nuevos usuarios en otros países que han despenalizado o están en vías de despenalizar la eutanasia? Tal vez hasta ofrezcan paquetes turísticos más económicos con ticket solo de ida…