Voluntades anticipadas
La reciente carta de Abraham Santibáñez manifestando que en la emergencia actual él “renuncia desde ya a ser conectado a un respirador artificial si con ello se puede salvar otra vida”, es un generoso gesto de solidaridad y de postergación personal que emociona y al cual invita, pero que no implica crítica alguna a quienes piensan y deciden de otra manera. Lo planteado incluye el concepto del valor de la vida, y ha generado comentarios diversos. Entre estos está el tema de las “voluntades anticipadas”.
Las voluntades anticipadas, también conocidas como testamento vital, son expresiones de lo que una persona desea para el final de su vida, de acuerdo a sus valores y creencias. Son decisiones a aplicarse cuando la persona enfrente una enfermedad posiblemente mortal y no esté en condiciones de expresarlas. Las intervenciones que generalmente se rechazan son medidas de soporte vital como reanimación cardiopulmonar, ventilación mecánica, drogas vasoactivas, intervenciones quirúrgicas y nutrición artificial. Implica también la designación de una o dos personas que le subroguen y se puede agregar el lugar preferido para morir y asistencia espiritual o religiosa.
La pandemia actual llama a tomar mayor conciencia de nuestra finitud y fragilidad, a pensar en cómo quisiéramos que ocurra nuestra muerte, y a expresar nuestra voluntad a familiares y profesionales tratantes. Las expresiones verbales tienen valor muy limitado si no conducen a un documento escrito y firmado. Estos pueden ser de redacción personal y libre o utilizando formularios que algunas instituciones ya ofrecen a sus pacientes. Invitamos a los lectores a entrar en el tema y a escribir sus voluntades anticipadas.
Juan Pablo Beca y Bernardita Portales