Reforma al TC
Un grupo de legisladores promueve una reforma al Tribunal Constitucional (TC). Varios argumentan que el TC ha impedido la promulgación íntegra de algunos proyectos de ley aprobados democráticamente mediante el “control preventivo”. Para diseñar un remedio que se haga cargo de dicha crítica, la discusión debe considerar al menos dos condiciones. Primero, evitar el problema de la selección adversa: el control preventivo tiene un valor independiente de sentencias desfavorables, y su evaluación debe considerarlo. Segundo, superar una disyuntiva ineludible entre dos estrategias de reforma irreconciliables. Una de ellas es radical, y la otra moderada.
La estrategia radical busca eliminar el control preventivo, haciendo irrelevante al TC en el proceso legislativo. La moderada persigue corregir algunos aspectos puntuales. El TC seguiría siendo relevante, pero sujeto a incentivos distintos. Dentro este camino moderado, hay muchas posibilidades, como elevar el quórum de votación para declarar la inconstitucionalidad de una norma, eliminar el voto dirimente del Presidente del TC, diseñar un mecanismo que permita darle al Congreso la última palabra, elevar el quórum para presentar requerimientos, o reducir o eliminar la obligatoriedad de un tipo específico de control. También hay reformas indirectas que pueden influir, como modificar el número de ministros y revisar algunos aspectos de los procedimientos de designación de sus integrantes.
La estrategia moderada ofrece distintas combinaciones regulatorias que deben examinarse en su conjunto, y puede servir para impedir que problemas que históricamente han afectado nuestro proceso legislativo, puedan revivir. Un debate serio no debería olvidar dichos problemas.